Esta fosa contendría los restos de un número indeterminado de soldados republicanos que fueron asesinados  por los sublevados el 10 de junio de 1937 después de que éstos retomaran el control de la localidad, conquistada unas horas antes por las fuerzas republicanas en el transcurso de un ataque por sorpresa. Todos ellos habrían sido asesinados unos metros más arriba del lugar en el que se sitúa la fosa, junto a las tapias del cementerio, tras lo cual los cuerpos habrían sido arrojados ladera abajo hasta el campo en el que reposan todavía a día de hoy. Según aseguran los informantes entre los ejecutados podría haber varios ingenieros civiles que acompañaban a las tropas republicanas, así como algunos de los heridos que estaban siendo atendidos por los médicos del ejército cuando se produjo el contraataque rebelde.