Esta fosa contendría los restos de seis vecinos de Aladrén. Cinco de ellos fallecieron durante los duros combates del 10 de junio de 1937, bien en combate empuñando las armas junto a los rebeldes, bien víctimas del fuego cruzado mientras intentaban escapar de la localidad. Los soldados rebeldes y los vecinos del pueblo más comprometidos con su causa se hicieron fuertes en la ermita que domina el pueblo y dispararon contra todo aquel que intentaba moverse, por lo que alguno de sus convecinos muy bien pudo convertirse en una de sus víctimas. Un sexto vecino llamado Basiliano Mainar García murió en circunstancias parecidas el 6 de abril de 1938 y fue enterrado junto a sus antiguos convecinos, al lado del muro del cementerio y en el mismo costado en el que antiguamente estaba enclavada la puerta principal. Con el paso de los años las sucesivas ampliaciones del recinto dejarían estas seis tumbas en un punto situado algo más al interior del recinto. Ningún monumento honra la fosa, que por lo demás siempre ha sido respetada por los vecinos del pueblo, que han evitado construir sobre ella nuevas sepulturas.

 Otras víctimas de la guerra en la localidad: Después de los combates del 10 de junio de 1937 los republicanos se llevaron consigo a más de sesenta vecinos del pueblo. Todos ellos serían enviados a Cataluña, pero ninguno de ellos sufriría daño alguno a excepción de una mujer que murió durante ese periodo de extrañamiento a causa de un “sobreparto”. La niña que dio a luz sí que llegaría a salvarse y sería recogida por su padre.