"Allá al final del Turbón hay una ermita. Había una ermita que se llamaba San Adrián. Y la imagen que estaba allí se la llevaban los de San Feliu, porque se creían que era de allí el monte, y se la llevaban p'allá. Llegaban a San Feliu, la meteban dentro d'un arca, se metía un hombre encima del arca pa que no se marchase san Adrián. Al día siguiente, san Adrián –el hombre estaba allí guardándolo– y dentro el arca no había nada. San Adrián estaba en l'armita otra vez, sin saber por donde había saliu. Y otra vez se lo volvían a llevar. Hacían la misma operación. Lo metían dentro d'un arca –un arcón d'esos antiguos– Un hombre allí guardándolo pa que no saliera. Y al día siguiente, en la ermita san Adrián estaba, san Adrián. Bueno, lo bajan p'aquí, creyéndose los de San Feliu que era d'allí. Lo bajan p'allá y se queda aquí, y ya no se vuelve p'allá porque estaba en el monte de Llert. Entonces él queriba í en el monte que pertenecía. Y lo bajaron p'aquí y se quedó aquí, y d'aquí es San Adrián.

Hacían robativas. Cuando hacía mucha sequera sacaban a San Adrián. Hacían robativas por la mañana, y por la tarde ya llovía. Entonces le tenían una fe, y le tenemos, pues como cualquier otro… Pues tremenda. Y na más."

• SATUÉ OLIVÁN, Enrique. Archivo Enrique Satué Oliván. Testimonios de aquel Pirineo. Archivo sonoro, 2000-2007.
• SATUÉ OLIVÁN, Enrique. Siente. Testimonios de aquel Pirineo. Zaragoza: Prames, 2016.