Belío Escario, Clemente. (30/11/1989)
[Clemente Belío Escario, último tratante de las ferias de San Andrés de Huesca].
Como yo jugaba, como te he dicho, con las dos barajas pues me llaman como que no compré. Pero los gitanos tenían todos el uno cuatro yeguas, el otro tenía cinco, el otro dos, el otro cuatro. Total que se juntaron unas diecisiete o dieciocho yeguas de varios. De varias familias. Bueno. Y los gitanos todos los días por las mañanas: «Ay, Clemente, cómprame las yeguas. Que no tenemos pa jalar, pa comer».
Pues, «Que no, que no podemos comprar que está muy mal la cosa».
Pero una mañana me llaman por teléfono, de Pamplona. «Necesito un camión con dieciocho yeguas». Digo: «Vente –fíjate bien lo que te cuento- que ya las tengo».
Yo tenía una yegua en la cuadra. ¡Fíjate a lo que me expuse yo! Yo sabía que las compraba en un minuto.
Me levanto, llego a la cuadra y ya viene un gitano, allí a la cuadra. «Ay, Clemente –que es del riego, que venía mucho por la cuadra- hombre cómprame unas bestias, cómprame unos animales». Digo: «Pues no sé, me levantao hoy con el pie derecho y os voy a comprar las mulas, las yeguas». Digo: «Avisa a todos –que este gitano que te hablo yo se llama Belmonte- digo, avisa a tu hermano y a todos que vengan que les compraré las yeguas».
Al cuarto de hora ya tenía el corral con to los gitanos. Pero todos. Tos querían vender de vez. Bueno. Empiezo con el Tuerto, tenía cuatro yeguas. «¿A cómo?» «A tanto, a tanto». Pon, en dos palabras, ajustadas.
Pa entro.
A la cuadra. Yo ya tenía el dinero en la mano, porque a estos hay que comprá-les y pagá-les. Yeguas a la cuadra, pum, pum, pum, pum, las perras. ¡A correr! Ellos a comprar otra vez por ahí. A correr.
Llega el otro pum, pum, pum, pum. Todas.
Les compré, compré los dieciocho animales en una hora.
Bueno, esto era las nueve la mañana. A las once ya tenía el camión que venía, que había llegao, Santa Clara, el camión que había llegao de Pamplona. A cargar a las yeguas.
Entonces los gitanos, cuando me vieron que cargaba yo las yeguas: «Ay, mal hombre, que eres un mal hombre. Ay, nos has, nos has, nos has, nos has dado un timo, hombre. Nos has matao. Ay, nos has comprao diñadas –que decían ellos esa palabra- diñadas y tú ya tenías sabidas las cosas. ¡Eres un mal hombre!