La iglesia de San Úrbez y San Miguel, ubicada actualmente en las proximidades de la estación de esquí de Formigal, procede del pueblo deshabitado de Basarán (en el término municipal de Broto), de donde fue trasladada a comienzos de la década de 1970.
Fue reconstruida, con la recolocación de algunos elementos en ubicaciones distintas a las originales y la construcción de otros totalmente nuevos, como la torre, que copia la de San Pedro de Lárrede. Dadas las importantes transformaciones que sufrió a raíz de su traslado y reconstrucción, el análisis que sigue se realiza en base a datos recogidos cuando la iglesia se encontraba en su ubicación original y publicados en las referencias bibliográficas adjuntas.
Se trataba de una iglesia de tres naves, algo más larga la central, con ábsides semicirculares en las naves central y norte y testero recto en la nave sur (las referencias geográficas se basan en la orientación original de su cabecera, que se encontraba al este).
El aspecto final del conjunto fue producto de un largo y complejo proceso constructivo.
El edificio primitivo estaba formado por una sola nave (la que después sería la central), completada por un ábside y, según Esteban, Galtier y García Guatas, por una hipotética torre que se alzaría a los pies de su lado sur. Se construiría hacia 1060.
Poco después se amplió el edificio con el añadido por el lado norte de una nave de menores proporciones, pero de aspecto muy semejante. Los sillarejos de la nueva nave fueron mejor trabajados que los de la nave mayor; asimismo, presenta en su interior una moldura con semiesferas al gusto jaqués.
En el siglo XV la nave menor sería prolongada hasta los pies de la mayor, uniendo ambas mediante dos arcos de medio punto rebajado. Asimismo en la zona de los pies de la nave mayor los muros fueron reforzados para voltear una bóveda que sirviera como base a un coro elevado.
La fase final de las ampliaciones data del siglo XVI, en que se añadió la nave sur. Para ello se eliminó casi por completo el muro de ese lado. En el paramento de esta nueva nave se abrió la puerta de acceso definitiva de la iglesia, que se encuentra precedida por un pórtico cuadrangular.
De toda la obra los elementos de mayor interés son los dos ábsides de las naves románicas, que presentan plantas en semicírculos peraltados y el alzado de los muros en ligero talud, como refuerzo para contribuir a sostener las bóvedas de horno del interior.
Destaca en ambos ábsides la decoración externa. Sobre un basamento liso apean en cada ábside cinco lesenas verticales, con aparejo a soga y tizón, que servían como apoyo a una galería ciega de cinco arcos de medio punto; bajo el arco central de cada ábside se abría una ventana de doble derrame y bovedillas capialzadas. Sobre los arcos, una moldura convexa sostenía un friso de baquetones. En el ábside mayor dos hiladas en voladizo, montadas sobre los baquetones, hacían función de cornisa, mientras que en el ábside menor había solamente una.
Al interior las naves se encuentran separadas entre sí por grandes arcos: uno entre la nave de la epístola y la central, y dos arcos, que apean sobre un pilar intermedio, entre la central y la del evangelio. Los ábsides se cubren con bóvedas de horno (central y norte) y de medio cañón apuntado (sur). En los paramentos de este último se conservaban, antes del traslado de la iglesia, restos de pinturas murales de tradición gótica, con una crucifixión y otras escenas, en muy mal estado de conservación.
La torre original se situaba a los pies, sobre el extremo de la nave sur, y hubo también sacristía adosada, saliente al exterior entre los dos ábsides románicos; el acceso a la sacristía se abría en el muro situado en la confluencia entre ambos ábsides.
La obra románica original de la iglesia, construida en dos fases, es fruto en ambos casos del trabajo de maestros pertenecientes al denominado “círculo larredense”, constructores locales que adoptan durante algún tiempo las novedades del estilo cuyo mejor exponente es la iglesia de San Pedro de Lárrede. San Úrbez de Basarán sirvió como modelo al edificio que con mayor fidelidad recogió los últimos ecos de aquella arquitectura, la iglesia de San Pedro de Lasieso.