La Puerta del Carmen de Zaragoza constituye en la actualidad un valioso testimonio de lo que fue el recinto amurallado medieval de la ciudad, reedificado en los siglos XVII y XVIII, por ser la única de las puertas conservadas del mismo.
Este segundo recinto fue levantado durante época medieval, para encerrar el caserío que se había extendido fuera de los límites de la primitiva ciudad romana; de las puertas que se abrían en él, la Puerta Baltax, documentada hacia 1259, ocupaba el lugar en que hoy contemplamos la actual del siglo XVIII; hacia 1656, la primitiva Puerta Baltax cambiará su nombre por el de Puerta del Carmen, debido a la proximidad del convento del mismo nombre, llegando así hasta nosotros.
Varios fueron los proyectos que se sucedieron hasta la construcción de la puerta que podemos contemplar hoy, el primero de los cuales, de 1782, obra de Agustín Gracián, no se llevó a efecto por problemas económicos; sería el segundo y más modesto, de Agustín Sanz, el que por fin se ejecutaría entre los años 1792 y 1795, trabajando en su construcción los canteros Cristóbal Inchausti y Miguel Barastaín.
La importancia histórica de la Puerta del Carmen se remonta a los años de los Sitios y la Primera Guerra Carlista, durante los cuales la Puerta se convirtió en el escenario de importantes episodios bélicos, debido a su importancia estratégica por hallarse en la confluencia de varios caminos.
El siglo XIX fue época de intensas actuaciones urbanísticas en la ciudad de Zaragoza, afectando una de ellas a la Puerta del Carmen, la cual se encontraba adosada a diversas edificaciones que obstaculizaban la circulación. Las necesidades viarias obligaban a su aislamiento, reforma que Ricardo Magdalena no pudo llevar a efecto por el alto coste de dicha actuación, que implicaba la compra de los edificios anexos para su posterior derribo. Pasarían algunos años hasta que se realizasen dichas obras, tras la Declaración de la Puerta del Carmen como Monumento Nacional el 21 de febrero de 1908 a solicitud de la Corporación, en reconocimiento del verdadero valor histórico que la Puerta tenía para la ciudad. En 1925 la Corporación Municipal encarga a Miguel Ángel Navarro el derribo de la casa contigua a la Puerta , que ya se había separado del Convento de Carmelitas de la Encarnación, quedando por fin como monumento exento y facilitando el paso de la circulación en torno a ella, siendo inaugurada ya exenta el 18 de mayo de 1927.
Para la construcción de la Puerta del Carmen se utilizó piedra sillar en su totalidad, constituyendo una Puerta de corte neoclásico, cuya estructura en forma de arco de triunfo romano repite esquemas madrileños de la misma época.
Estructuralmente consta de un cuerpo central más alto, y dos cuerpos laterales más bajos, abiertos los tres mediante huecos adintelados que permitían el paso de vehículos y animales por el centro y personas por los vanos laterales.
La sobriedad de su perfil, dentro de los esquemas clásicos, apenas hace concesión a los elementos ornamentales, reducidos aquí al almohadillado de sus sillares el remate de bolas en la parte superior de la Puerta.

La puerta está realizada en sillar almohadillado siguiendo esquemas neoclásicos madrileños de la misma época, que se inspiran en los arcos de triunfo romanos.