Datada por el catedrático Gonzalo Borrás alrededor de 1400, la torre de la parroquial, situada al sur del presbiterio, presenta planta cuadrada y dos cuerpos superpuestos, siendo el superior algo menos ancho que el inferior. El cuerpo inferior posee estructura de alminar hispanomusulmán, esto es, un machón central, cuadrado, envuelto por la torre externa; entre ambos se aloja la caja de escaleras, cubierta por las típicas bovedillas formadas por aproximación de hiladas, e iluminada a través de pequeñas y estrechas aspilleras de derrame interno excavadas en el muro. Es este cuerpo inferior el que posee toda la riqueza decorativa, igual en todas sus caras y realizada en ladrillo resaltado y cerámica: tras el tercio inferior, que no presenta ningún tipo de decoración, se disponen tres paños ornamentales, limitados en su parte superior e inferior por bandas de esquinillas, de igual anchura pero distinta altura; así, el primer paño presenta diez arcos mixtilíneos entrecruzados, el paño central cruces de numerosos brazos configurando una retícula de rombos, con pequeñas cruces inscritas, y el último de los paños, lazos de cuatro octogonal que generan formas estrelladas, en cuyo interior se aprecian platos de cerámica blanca con motivos decorativos en verde y manganeso.
El segundo cuerpo es el destinado a alojar las campanas, y en el se diferencian claramente dos épocas distintas, la mudéjar que nos ocupa y una reforma barroca. La parte inferior(mudéjar) de este segundo cuerpo se halla horadada, en cada uno de sus lados, por vanos de arcos apuntados entrecruzados recuadrados por dintel, recordando un alfiz musulmán, mientras la parte superior(correspondiente a la reforma barroca) presenta, asimismo en todos sus laterales, una serie de dos vanos en arco de medio punto de gran rosca. La torre culmina en un chapitel barroco. Llamamos la atención sobre el uso de discos cerámicos en esta torre, ya que no se trata de cerámica decorativa realizada ex profeso para la ornamentación de la arquitectura mudéjar, como es habitual, sino que estamos ante la reutilización de vajilla doméstica, en este caso en concreto, vajilla de lujo. Este hecho, junto a la pertenencia del lugar al Señorío de los Luna ha llevado a pensar al profesor Borrás en un posible mecenazgo por parte del papa Benedicto XIII.