Mur Prats, Benjamín . (21/09/2021)
Serena Cereza, Montserrat.
Estaba yo de barbero en Benasque. Yo, pues no, no había cortau casi nunca pelo. Y resulta que mi hermano me dice:
―En la mili, lo mejor de todo es ser barbero.
Digo:
―¿Y por qué?
―Pues, bueno, como pasa el tiempo igual, siempre te dan alguna peseta de propina.
Y la verdad es que yo merendaba muy bien con las propinas. [Risas] Y bueno, cuando fui a la mili me hago la maleta, me preparo todos los utensilios de barbero y llegué allí, barbero. Lo pasé mal a ratos, eh?.
[¡Algún trasquilón se llevaría alguno!].
No por trasquilón. Porque yo había hecho muy pocos cortes de pelo, a lo mejor alguno a los hermanos y por astí a casa, pero nada más. Y bueno, me puse allí y no sabía como los otros, porque había alguno oficial bueno. Lo malo era cuando te venía a lo mejor el sargento pa que le cortara el pelo a los críos. Porque encima de que no paran, los críos no paran pues…
[Eban los hijos del sargento].
[Benjamín]: No sabiendo y esto… ¡joer! Te caían las gotas de sudor. [Risa]. Pero bueno, allí, pues estuve ya de barbero, al final… Y ya lo practiqué y desde allí me vine y estuve nueve meses en Monzón, de barbero. Con un barbero que era bueno, aquel era bueno, pues ibas cogiendo. Si uno tiene afición, pues va, va cogiendo. Y bueno, ya, allá a los nueve meses y por ahí, joer, aquí poco se gana… Y mi hermano era muy abierto al… Y bueno, total que me dice:
―Si quieres te puedes ir a Benasque, ahora en el verano y tal.
Que había allí una familia que ella era peluquera y él peluquero, y él murió. Y entonces tenía un chavalico de once años y quería uno para que, aparte de que le llevara la clientela, pues fuera cogiendo algo el crío. Y estuve allí un verano.