Javierre Cebollero, Serafín. (01/01/1985)
Cuando se pedía una veneración que había sequía, se pedía veneración al cura de Nocito que era él el jefe de todo. Y a las dos veneraciones pues venían los romeros. Si no llovía antes venían los romeros de Arbella. Que esos romeros en cuanto se pedía la veneración, esos romeros iban a una cueva que había estao San Úrbez de antes y allí hacían sus rezos y se quedaban allí una noche rezando. Y al otro día regresaban a casa. Y cuando ya venía veneración pues salía de Arbella y se quedaban en Laguarta. No. Iban a parar primero a Laguarta, y de Laguarta venían a San Úrbez. Y en San Úrbez se quedaban aquella noche haciendo sus rezos y al otrol día t’ajuntabas allí todas las valles. Y cuando se terminaba toda la romería ya de todo pues ellos iban otra vez al pueblo. Pero iban solos ellos. No hablaban con nadie.
[¿Cómo iban vestidos?]
Pues iban vestidos de romeros, iban vestidos. Llevaban su gallata, su morral, su… como pastores. Igual.
[Y un ropón.]
Un sayo. O como un abrigo. Sayo.
[¿De qué color? Pardo, ¿no?]
Sí. Iban vestidos de esa manera.