El castillo de Biniés está construido al norte de la población, justo al borde del precipicio del congosto por el que discurre el río Veral, controlando el paso por ese cauce.
Es visible desde todos los accesos a la localidad, pues su volumetría destaca sobre todo el caserío. Se trata de una construcción de planta rectangular, con patio interior descubierto, poco frecuente en el Alto Aragón, a cuyo alrededor se abrían los aposentos.
Este patio central se encuentra flanqueado por cuatro torres defensivas de gran envergadura, una en cada esquina.
El inmueble es de obra de mampostería aunque utiliza el sillar en reforzando esquinas y cantoneras y enmarcando vanos.
Las torres tienen una altura de cuatro plantas. Las dos situadas al oeste se cubrían con un tejado a cuatro aguas, que en la restauración se han rematado con almenas; en las dos torres situadas al este, más cerca del acceso, se han reconstruido y rehabilitado sus antiguas almenas, algunas de ellas perforadas por aspilleras. En los paramentos de estas torres se abren ventanas geminadas y otros vanos adintelados, además de abundantes aspilleras longitudinales.
En el siglo XIX se construyó una capilla en la base de una de las torres del castillo; además, se llevó a cabo la apertura de otros vanos de iluminación para facilitar su habitabilidad.
Delante de la fachada principal está el patio de armas, que conserva parte de su cerca y el acceso original al recinto, una puerta de arco de medio punto en el muro que mira a la plaza, y que tiene, al igual que las torres que la flanquean, remate almenado.
Cruzando el patio se accede al edificio mediante una puerta dovelada muy bien protegida por dos de los torreones y por un matacán continuo que recorre toda la fachada principal, sobre la mencionada puerta de acceso; y continúa a otro nivel por el paramento este de la torre sudoeste. Estos matacanes se apoyan sobre un friso de arquillos de medio punto.
Las cuatro torres de gran envergadura y robustez que posee el castillo de Biniés, producen una impresión de solidez y verticalidad, tratándose de uno de los edificios de arquitectura fortificada y residencial más característicos del Alto Aragón.
Se trata de un castillo de carácter señorial, con una tipología característica de la baja Edad Media, consistente en un recinto cuadrangular al que se le adosan varias torres de defensa y vivienda. Existen bastantes ejemplos de este tipo en Aragón, entre los que se pueden destacar los de Alcañiz, Sádaba, Añón, Mesones de Isuela, Jarque o Pinseque.