Se trata de una iglesia románica de gran calidad constructiva que, a pesar de algunas reformas y añadidos posteriores, mantiene con gran integridad sus elementos y características originales.
Tiene planta rectangular, compuesta por una única nave, más presbiterio y ábside semicircular de menor altura y orientados hacia el este. Una esbelta torre se alza en el costado norte de la cabecera, mientras que en el opuesto hay una sacristía añadida con posterioridad.
Está construida con sillería magníficamente escuadrada, excepto en los añadidos más recientes, como la sacristía o el cuerpo de escaleras de acceso al coro, que son de mampostería. La cubierta es de losa de arenisca.
Por el exterior destaca el ábside, con una ventana en arco de medio punto abocinada al interior en su parte central. Lo remata una hilera de canecillos, que sostiene la cornisa. Conserva numerosas piezas originales, talladas con rollos, picos y diversas figuras geométricas. También a lo largo de la nave se conservan dispersos algunos canecillos originales, cuyos frentes presentan parejas de círculos, mediascañas, etc.
Otro elemento muy destacado del exterior es la torre, adosada al presbiterio por su costado norte. Muy elevada y esbelta, tiene planta cuadrada y consta de cuatro cuerpos de alturas desiguales, separados por impostas. La mayor parte de la torre corresponde a la obra original románica, aunque, al parecer, el último cuerpo y su remate son producto de un recrecimiento llevado a cabo en el siglo XVI, durante el transcurso de una reforma que conllevó también el cegado de los vanos románicos de los pisos inferiores (parte de los cuales fueron de nuevo recuperados y abiertos en la restauración llevada a cabo en 2010). En la actualidad solo se encuentran abiertos dos de los vanos originales: en el cuerpo inferior, considerablemente más alto que los restantes, una alta ventana aspillerada que rasga el paño este; en el mismo lado, pero en el segundo cuerpo, una interesante ventana en arco de medio punto que apea sobre columnas, cuyo único capitel restante presenta decoración vegetal de raíces jaquesas. Sin embargo, en varios paños de los tres primeros cuerpos pueden verse las huellas de diversos vanos cegados: un gran hueco enterizo en arco de medio punto, una ventana geminada en doble arco de medio punto... Según explica Joaquín Naval Mas, el arquitecto que llevó a cabo su restauración, en la mayor parte de los paños localizó restos de ventanas geminadas, cuyos parteluces y arcos fueron destruidos cuando se procedió a su cegado.
La portada se abre a los pies, precedida de un atrio cuadrangular de construcción moderna. Consta de tres arquivoltas en arco de medio punto que apean sobre pilares, la central de las cuales está decorada con un grueso baquetón. Cobijan un interesante tímpano, con un crismón central flanqueado por diversas figuras: a la izquierda, un hombre con un león; a la derecha, un ave posada sobre un jabalí. El tipo de figuras y la composición general están sin duda inspirados en el tímpano oeste de la catedral de Jaca, si bien en Navasa su ejecución es considerablemente más tosca; también la forma de las arquivoltas, con el baquetón central, evoca la portada del edificio jaqués.
Su interior está compuesto por una única nave, breve presbiterio y ábside semicircular. El ábside está cubierto con bóveda de horno y el presbiterio con medio cañón, que arrancan de una imposta biselada. La nave debió estar cubierta por bóveda de cañón reforzada por fajones de medio punto sobre pilares. Sin embargo, solo se conserva la bóveda del primer tramo, enfoscada en cemento, y el primer fajón; el resto de la nave está hoy cubierto por techumbre plana de madera, fruto de una reposición.
A los pies de la nave se eleva el coro alto, al que se accede a través de una escalera cobijada en un cuerpo lateral ligeramente saliente. Tiene frente en arco de medio punto y sotocoro cubierto con una bóveda de medio cañón con lunetos.
En el sotocoro ha sido instalada la pila bautismal románica original. Tallada en un gran bloque de piedra rectangular, presenta en sus esquinas decoración de sogueado que nace de unas pequeñas cabecitas.
Sosteniendo el altar, podemos ver en la actualidad cuatro parejas de dobles columnas cuyos capiteles presentan decoración neorrománica tanto figurada como vegetal y geométrica. Son una obra historicista realizada en la catedral de Jaca a finales del siglo XIX con motivo de unas obras de reparación y posteriormente trasladada a Navasa.
Tanto los lienzos del ábside como su bóveda estuvieron decorados con interesantísimas pinturas murales románicas fechadas, al igual que la iglesia, en el último tercio del siglo XII. Trasladadas a lienzo, se encuentran hoy expuestas en el Museo Diocesano de Jaca.