Se encuentra enclavada en una ladera muy pendiente, con una densa masa forestal de repoblación, que no solo dificulta la localización y acceso al conjunto, sino que ha afectado a la conservación del edificio, al haber crecido árboles tanto en sus inmediaciones como en su interior.
Antes de la repoblación, la ladera se encontraba abancalada y en los bancales más próximos a la ermita pueden verse sillares de gran tamaño y buena calidad, que con toda seguridad proceden bien de la ermita, bien de algún otro edificio medieval vinculado con ella.
Se trata de un edificio sorprendente, tanto por sus dimensiones como por sus características constructivas y su calidad, muy desconocido por los investigadores, ya que se encuentra ausente de todos los catálogos mínimamente serios publicados hasta la fecha sobre románico en Ribagorza (Iglesias Costa, Catalunya Romànica).
Es una iglesia de una nave, con un presbiterio muy acusado por un estrechamiento de la planta y cabecera semicircular orientada 90 grados este. Está realizada con sillares de buena labra y generalmente gran tamaño, dispuestos en hiladas regulares de altura variable, componiendo un muro de gran grosor mediante relleno de ripio que separa las capas de sillares interior y exterior.
Al exterior (como al interior) es de gran sobriedad decorativa, destacando únicamente un zócalo con remate tallado a bisel en la cabecera y sendos pilares cuadrangulares en los engarces de la cabecera con el presbiterio.
La puerta de acceso se encuentra en la parte central del costado sur, en arco de medio punto, y parece ser la original.
El interior se encuentra completamente hundido, desde hace más de un siglo, con una gruesa capa de cascotes cubriendo el suelo de la nave. Las bóvedas arrancaban de una imposta biselada que todavía se conserva y otorga una mayor plasticidad al muro. No quedan restos que permitan conocer cómo eran aquellas, aunque, dado su parecido con la iglesia de Grustán y su más que posible vinculación histórica al período de transición al gótico, pueden suponerse de medio cañón apuntado en la nave y presbiterio y de cuarto de esfera en la cabecera.
Hay dos vanos de iluminación, de doble derrame, situados en la parte central de la cabecera y en el costado sur del presbiterio. Este último, dado su tamaño y la calidad de su realización, es otro testimonio de la importancia de este conjunto, que, además de la parroquial próxima, presenta afinidades con la iglesia de Ciscar, donde se encontraba la cabecera de la encomienda de la orden de San Juan del Hospital.
En sus proximidades se encuentran varias tumbas antropomorfas, dos en el costado norte y otras dos en el sur de la ermita. Están talladas en un único bloque de piedra caliza, cuyo vaciado interior reproduce la forma humana, y se encuentran profanadas desde hace años, teniendo alguna de ellas la lápida de losa caída a su lado.