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Ermita de San Benedicto

Ermita de San Bendito (POPULAR)

Huesca -  Ribagorza -  Tolva -  Luzás


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Descripción


En una altozano junto a la pista forestal que conduce desde Luzás a Lascuarre.


Edificio de planta rectangular y cabecera plana con capillas entre los contrafuertes y con bóvedas de lunetos; con una cubierta a dos aguas.

La entrada esta situada a los pies bajo un porche.

Justo en los pies esta ermita tiene un coro en alto.

Y torre campanario situada en los pies del edificio y coronada por un tejado en forma de una piramide de planta cuadrada.

Tiene adosada la vivienda del ermitaño junto a la cabecera del templo. En esta pueden verse una bodega y un horno para hacer pan. Mientras que en la planta superior está la vivienda propiamente dicha. La entrda a esta se realiza por la cara norte.



Fuente


  • PUYOL IBORT, Marta et al. Inventario de patrimonio arquitectónico de Sobrarbe y Ribagorza. Inventario inédito, CEDESOR (Centro de Desarrollo de Sobrarbe y Ribagorza), 1999-2001.

Bibliografía


  • LLORET OLIVERA, Carlos. Luzás. Una joya en Ribagorza. Luzás: Asociación Cultural Recreativa de Luzás, 2018.
  • SERRANO DOLADER, Alberto. De paseo por Luzás: San Bendito y el dolor de cabeza. Diario del AltoAragón. Suplemento San Lorenzo. 10/08/2015 p. 54-55.

Datación e historia del bien


 CONSTRUCCIÓN
Edad Moderna-S. XVII

Aunque pudo existir un edificio anterior, se tiene constancia de la existencia del edificio actual de la ermita al menos desde 1664.

Tradiciones


  • La romería a esta ermita se celebraba el Lunes de Resurrección. Tenía lugar un reparto de caridad y una bendición de los campos.

    Se conserva un documento de 1851 según el cual los vecinos de Luzás y Castigaleu se comprometían a repartirse las obligaciones que ocasionaban las rogativas.

     

  • En una capilla lateral de la ermita, a nivel del suelo, se abre una pequeña hornacina enmarcada por un arco, en cuya base aflora la roca viva.

    Según la tradición, en ese hueco solían amontonarse pequeñas piedras. Los romeros introducían la cabeza en el hueco y recogían nueve piedras antes de partir. Se creía que esta práctica servía para combatir cualquier dolencia relacionada con la cabeza.

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