Se trata de un edificio que debió proyectarse con tres naves cerradas por tres ábsides semicirculares. Solamente se llego a construir la del costado norte y el cuerpo de la nave central.
El aparejo es de piezas bien cortadas, desiguales entre sí pero dispuestas en hiladas de la misma altura. Este aparejo se aprecia al exterior en todo el perímetro del muro.
La distribución actual de los espacios es la siguiente: la nave norte, cuya unión con la nave central se ha eliminado al tapiar el espacio entre los arcos, dando lugar a un espacio rectangular, cerrado por absidiolo; lo que debería haber sido la nave central se ha dividido con un muro tranversal, habilitándose en el espacio este una capilla dedicada a San Antonio de Padua y en el oeste un pajar con entreplanta de madera ocupada por yerba.
Por otro lado, en la nave norte se ha construido otra entreplanta de madera.
El ábside de la nave norte está decorado por arquillos ciegos sobre ménsulas de los que solo se conservan dos. Sobre el friso de arcuaciones, alero esculpido en doble bisel sobr el que apoya el tejado de losa. En el centro, ventana alta y estrecha cerrada por arquillo enterizo.
El acceso a esta nave se hace por el oeste. Al interior, la nave esta cubierta por bóveda de cuarto de cañón y la cabecera por cuarto de esfera.
De la nave central, al este, se aprecia el comienzo de su articulación con la cabecera norte.
En el interior, al habilitarse como ermita al gusto del siglo XVIII se enlucieron los paramentos que ahoran están pintados con cal y azulete, con lo cual no puede apreciarse el paramento y bóveda de cañón original. En este muro ya no se construyeron arcos torales, por lo que cuando se levantó ya se había renunciado el construir una tercera nave.
El acceso más antiguo sería la puerta en arco de medio punto del lado sur, a través de la cual ahora se entra al pajar.