El castillo se encuentra en un espolón de la sierra situado muy estratégicamente, pues permite controlar tanto el curso del Gállego como la zona de la Sotonera. Además se encontraba en el curso de un camino (identificado sin total seguridad con una antigua calzada romana) que atravesaba la sierra en dirección a Jaca y Francia y que fue transitado por viajeros y trashumantes al menos hasta finales del siglo XIX.
Se trata de un conjunto compuesto por el castillo, que constaría de un recinto de planta rectangular en cuyo interior se levantaba un torreón, y por dos iglesias románicas. La iglesia de la Virgen del Castillo, situada junto al recinto fortificado, sería la capilla castral. Se ha supuesto que la de San Miguel, a unos 200 metros al norte del conjunto, sería la parroquial del pueblo que existió durante la Edad Media a los pies del castillo.
Apenas queda nada del recinto fortificado, que debió tener planta rectangular y unas dimensiones de unos 25 x 30 metros. Se conserva el arranque de la esquina noroeste y, al otro lado, un lienzo del muro sur, en cuyo extremo pueden observarse los restos de un torreón rectangular, que defendería la esquina suroeste. Los paramentos de este recinto están realizados con mampostería muy irregular trabada con mortero de cal y presentan la peculiaridad de estar reforzados en su interior mediante una estructura de maderos que garantizaba la sujeción de las esquinas del recinto. La obra de esta muralla es muy diferente a la de la torre central y no presenta paralelismos tampoco con la de otras fortificaciones cristianas de la provincia. Recientemente, se ha sugerido la posibilidad de que se trata de una obra andalusí, construida en el siglo X, durante la época califal, si bien por el momento esta hipótesis no ha podido ser verificada.
Por el contrario, la torre sí presenta unas características constructivas que permiten situar inequívocamente su construcción en el siglo XI, en época cristiana. Se trataba de un gran torreón rectangular, con unas dimensiones de unos 11 x 9 metros y gran altura, del cual se conserva únicamente el muro oeste y una mínima parte del lienzo sur.
La obra permite apreciar que su interior estuvo dividido en cuatro plantas, elevadas sobre sucesivos retranqueos. El piso inferior estaría destinado a espacio de almacenaje y cuenta únicamente con pequeños vanos de ventilación. La primera planta, donde posiblemente estaría situada la puerta de acceso a la torre, cuenta con dos ventanas aspilleradas en arco de medio punto con derrame interno. Los pisos superiores tendrían una función específicamente defensiva y cuentan con vanos adintelados que permitirían la salida a los cadalsos de madera que debieron existir: pueden verse tres vanos en la segunda planta y dos en la tercera.
Se aprecian ciertas diferencias entre los paramentos de la parte inferior de la torre y los de los pisos superiores, que han llevado a pensar a algunos autores que fue fruto de dos etapas constructivas, si bien no podemos afirmarlo con seguridad. La primera ha sido situada en el reinado de Ramiro I, a mediados del siglo XI, cuando este rey se encontraba en Marcuello y Loarre luchando contra las plazas musulmanas de Ayerbe y Bolea, y se caracteriza por un aparejo más irregular y de acabado tosco. La mayor parte de la torre presenta sin embargo una obra de sillares escuadrados, uniforme y regular, que puede ponerse en relación con las realizaciones llevadas a cabo durante el reinado de Sancho Ramírez, en el último tercio del siglo XI.