Descripción
En Bolea hubo un importante castillo musulmán y, tras la conquista aragonesa, una fortaleza cristiana que pervivió a lo largo de la Edad Media. Sin embargo, desde que los historiadores comenzaron a preocuparse por ubicar sus posibles restos, ha existido un gran confusionismo a la hora de identificar y localizar este castillo entre las obras dispersas a lo largo de los cerros de la parte alta del pueblo, de forma que hoy continuamos sin conocer con seguridad su situación y características.
Por lo que respecta al castillo andalusí de Bolea, tradicionalmente se consideró que un muro de aterrazamiento ataludado que existe inmediatamente al sur de la colegiata, reforzando el terreno en el que se asienta el templo, era una parte de la muralla de esta fortaleza, realizada con sillares dispuestos a soga y tizón que parecen presentar un cierto almohadillado. Sin embargo, en las últimas décadas investigadores como Castán y Asensio han desestimado esta identificación debido a su falta de relación constructiva con cualquier obra andalusí de la región y a su vinculación directa con la fábrica de su colegiata, y parece que hoy en día podemos descartar esta identificación y considerar dicho muro como una obra del siglo XVI cuya función es únicamente garantizar la estabilidad de la iglesia.
Por otro lado, el arqueólogo José Ángel Asensio ha localizado recientemente en la ladera noroeste del denominado cerro del Castillo, inmediatamente al oeste de la colegiata, una estructura construida que presenta un aparejo muy diferente, a la que ha identificado como parte de la fortaleza andalusí documentada tanto a través de las fuentes árabes como de las cristianas. Se trata de dos tramos de muro de grandes sillares dispuestos en hiladas no regulares cuyo módulo y disposición sí recuerdan a los de otras obras islámicas. Es, sin embargo, de una hipótesis que todavía requiere ser comprobada.
Desconocemos si la fortaleza medieval cristiana que existió en el lugar tras su conquista definitiva en 1101, cuya existencia también ha sido constatada gracias a la documentación, reaprovechó total o parcialmente la obra defensiva andalusí o si fue construida de nueva planta. En cuanto a la identificación de sus posibles restos, existe en la plataforma superior del cerro del Castillo una estructura rectangular de unos 28 x 17 metros que ha sido relacionada por autores como Cristóbal Guitart con este castillo cristiano. Se trata de una fábrica de mampostería bastante regular, reparada con ladrillos en algunos puntos, que se eleva poco más de un metro del suelo a lo largo de gran parte de su perímetro. Sin embargo, ya en 1983 Antonio Naval relacionó estos restos con el antiguo cementerio de la villa (idea que viene reforzada por otra de las denominaciones populares de ese cerro, que también es conocido como Fosal Viejo) y más recientemente Asensio ha abundado en esta hipótesis, que tampoco ha podido ser comprobada hasta el momento, por lo que solo podemos apuntar en la actualidad las dos posibilidades.
Protección. Historial administrativo
Declaración
Resolución: 17/04/2006
Publicación: 22/05/2006
Consultar BOA
Fuente
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Bibliografía
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Síntesis histórica
La localidad de Bolea fue en época andalusí uno de los husun más importantes del distrito de Huesca, es decir una fortaleza que protegía un amplio territorio dedicado a la explotación agrícola, de la cual tenemos noticias a través de cronistas árabes. Este enclave contaría con una poderosa muralla, un tramo de la cual ha sido descubierta recientemente en la actual plaza Mayor, y posiblemente un castillo en su parte más alta, que no ha podido ser satisfactoriamente localizado.
Presentó una gran resistencia al avance de la conquista cristiana, de forma que fue tomado transitoriamente por Sancho Ramírez en 1080-1081 y cayó de nuevo poco después en manos musulmanas. Su conquista definitiva, tras un largo asedio, fue llevada a cabo por el rey Pedro I en 1101. Sabemos que durante los siglos posteriores Bolea siguió contando con una fortaleza, algunos de cuyos tenentes nos son conocidos, si bien ignoramos si los cristianos se limitaron a reaprovechar total o parcialmente la obra andalusí o construyeron un castillo de nueva planta.
Ya fuera de uso, al menos una parte de las estructuras defensivas de la villa continuaban en pie a finales del siglo XVIII, pues el cronista Pedro Blecua y Paúl afirma en 1792 que la villa tiene “en lo más elevado frente a la iglesia parroquial un torreón a manera de castillo, fábrica muy sólida de cantería a lo morisco”.
Hoy la fortaleza ha desaparecido y, si bien quedan diversos restos construidos de épocas imprecisas en la parte alta del pueblo, tanto a los pies de la colegiata como en el adyacente cerro del Castillo, ninguno de ellos ha podido hasta ahora ser identificado satisfactoriamente como parte de alguna de estas fortificaciones medievales.