Situada a los pies del templo, construida en ladrillo aparejado a soga y tizón, presenta planta cuadrada y estructura de tres cuerpos cuadrados escalonados, que reducen sus dimensiones en altura y anchura; la torre está rematada con un chapitel apiramidado que presenta como culminación bolas decrecientes(la primera octogonal y las dos siguientes esféricas) ensartadas en un vástago.

En los dos últimos cuerpos de la torre se alojan los vanos, en arco de medio punto y distribuidos armoniosamente; así en el segundo cuerpo, y en cada lado de la torre, encontramos dos zonas, en la primera se dispone un único vano, mientras en la superior se sitúan dos, y en el tercer cuerpo se alojan tres.

Presenta una decoración a base de retículas de rombos formadas por cruces de numerosos brazos, frisos de esquinillas y series de piezas semicirculares aplantilladas configurando salientes y entrantes.

El interés de esta torre radica en su emplazamiento geográfico, siendo uno de los escasos ejemplos mudéjares al norte del Ebro, y en su volumetría, que recuerda alminares musulmanes tunecinos muy antiguos, teniendo en cuenta que en el siglo XVI y en tierras aragonesas predominan las torres octogonales y se asiste al apogeo de las torres mixtas.