El solar sobre el que se levanta la edificación está definido por las calles Nueva, Laureano (del Pozo) y Salvador, así como por la medianera con el edificio calle Nueva nº 2, construido por el propio Monguió seis años después, aunque siguiendo unos esquemas compositivos mucho más sencillos, tal vez debido a ciertos recortes económicos. En medio de la parcela, hay incrustada una pequeña casa de otra propiedad con fachada a la calle Nueva, por lo que hacia esta calle, la casa Ferrán queda dividida en dos partes asimétricas.

El volumen edificado ocupa todo el solar y consta de siete plantas: sótano, baja y entresuelo para uso comercial, tres plantas alzadas y bajo cubierta para uso residencial; éstas cuatro últimas plantas cuentan con dos pequeños patios de luces interiores cubiertos.

Exteriormente, las tres fachadas presentan una ornamentación más o menos rica en función de la importancia de la calle. La unidad del conjunto queda reforzada por el tratamiento común que se le da tanto al basamento a modo de zócalo que alberga la planta baja y entresuelo, así como a la línea de coronación del alero. El cuerpo central correspondiente a las plantas alzadas y bajo cubierta, con acabado enfoscado en color amarillo, presenta con una mayor variedad compositiva.

Hacia la calle Nueva, las dos partes en que queda dividida la fachada presentan soluciones distintas, pero con composiciones análogas en plantas bajas y dos últimas plantas.

En la parte derecha de la fachada se encuentra el acceso a las viviendas. El portón de acceso se sitúa en el extremo izquierdo de la planta baja y está rematado superiormente por un gran óculo flanqueado por decoración vegetal en altorrelieve. El resto de planta baja y entresuelo expresan al exterior el uso comercial. En ellas se rompe la fachada tradicional como soporte de cargas y aparece la columna de fundición como elemento estructural ligero integrado con la rejería en un ejemplo de gran brillantez. En la planta primera, el mirador de la parte derecha presenta un hábil diseño de líneas curvas que enmarcan la carpintería de madera y la forja. En el resto de plantas alzadas los balcones presentan variaciones compositivas ordenadas a partir de la alineación de los huecos. En la planta tercera todos los huecos presentan arcos decorativos a modo de dintel, y uno de ellos, se completa con un círculo, que enmarca la ventana a modo de óculo. Rematan el alzado las pequeñas ventanas de la planta bajo cubierta, situadas entre las ménsulas decoradas con motivos vegetales que sustentan el alero de madera. La disposición de los tres elementos singulares, el óculo del portal de acceso, el de la parte superior y el mirador, equilibran compositivamente este alzado.

La parte izquierda de la fachada se resuelve en continuidad con la calle Laureano y presenta tres cuerpos bien diferenciados. Las plantas baja y entresuelo siguen un tratamiento muy similar a la parte derecha de la fachada. En ellas, la brillantez de la composición de la esquina al alternar las pilastras con pilares de fundición, aporta gran ligereza y dinamismo. En los pisos primero y segundo destaca el gran mirador achaflanado que pone en valor la esquina y se convierte en el elemento más significativo de la imagen del edificio. El mirador, aporta monumentalidad al edificio a través de su gran vuelo y de la concepción unitaria de su cerramiento, a modo de piel protectora resuelta con una cuidada carpintería en blanco. Finalmente las dos plantas superiores, con la esquina nuevamente en forma de curva, se resuelven de forma semejante a la parte derecha.

Las otras dos fachadas del edificio están concebidas con gran simplicidad, presentado, como motivo decorativo común, molduras lisas a la altura de los forjados. La fachada hacia la calle Laureano es un sencillo plano vertical donde se alinean los huecos rectangulares. En la fachada a la calle Salvador la composición homogénea de las plantas alzadas se ordena a partir de la repetición de huecos rectangulares con estrechos balcones.

La rejería se atribuye a Matías Abad y aparece principalmente en balcones, huecos y miradores. En los balcones y huecos, la rejería presenta una decoración bastante lineal, sin que falten detalles florales y moldeados sinuosos. En los miradores, la decoración es más orgánica y está dominada por formas curvas y vegetales de gran expresividad. En general, el estilo modernista de la rejería de la Casa Ferran tiene un cierto aire sezesionista.

El local comercial ocupa las plantas sótano, baja y entresuelo, y desde que se construyó la casa contigua de la calle Nueva nº 2 en 1916, los locales de ambos edificios fueron comunicados. El interior fue reformado en 1976 por el arquitecto Carlos Ferrán Alfaro manteniendo la esencia original al conservar elementos de interés como la escalera que relaciona los diferentes niveles, las barandillas, columnas y parte del mobiliario.

En el interior del portal de acceso a las viviendas, destaca el arrimadero de mármol rojizo con relieves de motivos vegetales y el trabajo de la madera del artesonado de techo, cerramiento de la portería y cancela del vestíbulo. Tras esta última, llegamos a la escalera de tres tramos entre pisos, de suelo de terrazo gris, barandilla de forja de elaborados motivos florales y pasamanos de madera. El ojo central de la escalera, está iluminado cenitalmente por un lucernario traslúcido situado en cubierta. En las plantas alzadas el edificio cuenta con dos viviendas por planta, y en la planta bajo cubierta con varios pequeños apartamentos y trasteros.

La casa Ferrán destaca por ser uno de los primeros edificios modernistas de Teruel en el que la ornamentación pasa de ser superficial a estar plenamente integrada en la arquitectura. Como en tantas obras modernistas, en ella se pueden apreciar evidentes referencias al modernisme catalán, pero esto no le resta importancia y singularidad a esta obra que destaca por la nobleza de sus materiales, por el aprovechamiento del marco urbanístico y por la valoración de la esquina en la calle Nueva. Además de ser una de las obras más importantes de Monguió, en ella demuestra su maestría y preludia algunos elementos característicos de su arquitectura que luego utilizará en otras obras importantes: vanos circulares (casa de El Torico) y ventanas de planta bajo cubierta (casa La Madrileña).