Descripción
Pilar de planta cuadrada, construido con sillares de distintos materiales. Está elevado sobre una basa y presenta el cuerpo superior delimitado por dos molduras. Las características del remate indican que falta la cruz de coronación.
En el cuerpo superior encontramos una hornacina que alberga la escultura que representa al apóstol Santiago, elevada sobre un pedestal de piedra. La figura está sentada en un trono, y presenta como atributos corona y una especie de bastón.
En la misma faceta, en el sillar situado debajo de la hornacina, encontramos una inscripción con la fecha: "1881".
Protección. Historial administrativo
Declaración
Resolución: 10/03/1999
Publicación: 29/03/1999
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Bibliografía
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SERRANO DOLADER, Alberto. Guía mágica de la provincia de Teruel. [s.l.]: Ibercaja, 01/01/1993.
Síntesis histórica
Existe una leyenda que narra el motivo por el que se construye el peirón.
Se trata del relato de la batalla de Torrenublos: "Cuenta la leyenda que el Cid realizó una expedición por el Maestrazgo para debilitar las fuerzas musulmanas de retaguardia, mientras sus tropas avanzaban hacia Valencia. Durante la misma se vio obligado a combatir con una importante hueste mora, junto al poblado de Torrenublos, que Rodrígo (según la leyenda) había fundado cerca de la actual Iglesuela del Cid. Los dos ejércitos se situaron en la llanada contigua, y aunque las tropas del Campeador estaban compuestas por veteranos guerreros, probados en numerosos combates, los moros eran más numerosos y estaban más descansados. La derrota del Cid y los suyos parecía inminente.
Así estaban las cosas, cuando al hacer una nueva carga al grito de ¡Santiago y cierra, España! (donde cerrar significa atacar al enemigo), una repentina aparición sorprendió a los desesperados combatientes cristianos: sobre la vecina Peña del Morrón se recortaba enhiesta una figura resplandeciente, a lomos de un caballo blanco, que llevaba un estandarte también blanco con una cruz roja. Aquel impresionante caballero no era otro que el Apóstol invocado, que acudía al auxilio de las tropas cristianas.
Espoleando a su montura, Santiago dio un fantástico salto, con el que llegó desde la cima de la peña hasta la explanada en que se desarrollaba la desigual pelea. Debido al peso del caballero y de su montura, la pata izquierda del caballo quedó indeleblemente marcada en la roca, quedando como recuerdo del prodigioso descenso.
Como era de esperar, la milagrosa aparición dio un vuelco al combate, que pronto se volvió favorable a los del Cid, quienes acabaron por ganarlo. Tras la batalla, después de curar heridos y enterrar muertos, reunir el botín y repartirlo, el Campeador pudo dar por fin descanso a sus hombres. Para entonces, el milagroso caballero y su corcel blanco habían desaparecido, pero el Cid hizo eregir un peirón o pilar de piedra consagrado a San Jaime (forma aragonesa de Santiago), para conmemorar la victoria obtenida gracias a su celestial intervención".