Hay referencias desde 1388, aunque hoy sólo quedan restos de muros y de una galería abovedada, justo con algunas prensas y pilas de piedra. Se abastecía con el agua de la Bassa y contó hasta con 15 prensas, siendo considerada por Ignacio de Asso a finales del siglo XVIII como la almazara más grande de Aragón.
Se conservan algunas infraestructuras de lo que fue una gran complejo molinar: un sistema de captación y almacenamiento de agua, dos pares de vírgenes —correspondientes a dos prensas— con sus respectivas encapazaderas, y un arco que parece formar parte del sistema de eliminación de los restos del prensado hacia el infierno, además de parte del perímetro del edificio que cobijaba estas instalaciones.
Son pocos los restos que han llegado a nuestros días, si tenemos en cuenta que durante el año 1781 funcionaron 15 prensas en este conjunto (Vidiella Jasá, 1996: 244). Sin embargo, en vista aérea, sí es apreciable que el solar del antiguo molí de la vila se mantiene dentro de sus límites y que conserva parte de su distribución original, aunque se haya fragmentado en distintas dependencias con diversas funciones y propietarios.
La fachada este, que da a la plaza, parece ser la del edificio original y se mantiene sin grandes alteraciones. La parte central, ahora ocupada por una casa particular, tiene una gran puerta de entrada con el escudo de la villa en la clave, lo que señala al concejo como propietario. A la izquierda, otra amplia puerta pudo servir de entrada a las cargas de olivas en carromatos; incluso la calle existente a continuación se ha debido conservar tal cual, lo mismo que la disposición de los edificios en su lado izquierdo, según entramos. Esta apertura, con fines de carga y descarga, es en arco escarzano, tiene un óvalo tallado en la clave, y, sobre esta, el escudo de Calaceite. En esta ocasión el cánido mira en dirección opuesta a la habitual, está rodeado por lambrequines vegetales y coronado por una venera; en la parte inferior aparece la fecha 1748.
El sistema de captación de agua está emplazado al norte del conjunto, sobre una plataforma practicada en terreno ataludado. Se trata de una galería de unos 15 m de longitud por 4 m de anchura, forrada con sillería y cubierta por bóveda de cañón. Paralelo al lado próximo al terreno corre un canalillo de piedra que recogería las escorrentías de agua de lluvia. Este canalillo se encuentra conectado con dos pilas cilíndricas talladas en sendos bloques monolíticos, cuya función era la de almacenar el agua.
Disponer de agua es fundamental en los molinos de aceite, ya que se vierte caliente sobre cada capaza llena de pasta molida en el momento de componer el pie para ser prensado. En este caso, aunque la provisión de agua se encontraba en la balsa próxima, es posible que se recurriera a este sistema auxiliar en momentos de escasez de agua en aquella o de prohibiciones de usarla en el molino.
Un sistema similar, aunque más tosco y de menores dimensiones, se puede ver en la almazara conservada en el actual ayuntamiento de Valdeltormo, en el Centro de Visitantes de la Ruta de los Iberos.
Los dos pares de vírgenes corresponden a dos prensas; son las parejas de bloques monolíticos de piedra, dispuestas verticalmente, entre las que se encajaba uno de los extremos de la viga; en los laterales de estos bloques se abren grandes ranuras verticales en las que se insertaban los travesaños de madera que permitían controlar la altura de la viga durante el prensado. Ante ellas hay dos piedras (las denominadas frecuentemente en la documentación bajoaragonesa encapazaderas) sobre las que se elevarían los pies de capazas repletas de pasta de aceituna molida, dispuestos a ser prensados. La prensa se completaba con un sistema de quintal y viga. Al presionar esta última sobre las capazas hacía brotar el aceite, que fluía a través de dos o tres pilas de decantación, aquí no conservadas.
Por último, la presencia de un arco —que no pudo ser debidamente inspeccionado, debido a su ubicación en un recinto cerrado— en la parte inferior del muro de contención ante la actual piscina, y antigua balsa, hace pensar que pudiera tratarse del final del canal de evacuación de los residuos líquidos generados tras sucesivos prensados. Este deshecho solía acumularse en unos depósitos excavados en el terreno, muchas veces a cielo abierto, que se denominaban infiernos.
En la actualidad, en el solar que ocupaba se ha construido el Centro de Salud aprovechando alguna de las primitivas estructuras y consolidando los restos conservados.