Esta villa contaba con un castillo de origen musulmán, ya desaparecido, que fue conquistado por Alfonso I el Batallador en 1120. En 1362 la población fue atacada por los castellanos, corriendo su defensa a cargo del conde de Osona, que no consiguió mantenerla en poder de Aragón. Después de estos sucesos el castillo fue perdiendo importancia y en el siglo XVII ya quedaban pocos vestigios de este, según la descripción de Labaña. La torre que nos ocupa, fue levantada en el siglo XIV para vigilancia y defensa, seguramente como complemento al castillo citado anteriormente. Más tarde, en el siglo XV, al perder su función defensiva, fue transformada en campanario de la vecina iglesia, añadiéndosele un cuerpo de campanas. De la citada iglesia se encuentra separada por una calle. La torre es de planta cuadrada de unos 6 metros de lado y está realizada con sillares bien cortados y escuadrados. El antiguo remate, hoy conservado, consistía en una serie de matacanes corridos sobre unos arcos apuntados con adornos góticos, y sobre este, se dispuso el cuerpo de campanas cerrado mediante ventanales con tracería de estilo gótico. Todo el conjunto se cubre con un tejado, tal vez a cuatro vertientes, que conserva en los ángulos las gárgolas de desagüe.