La arquitectura de esta azucarera ejemplifica la tendencia hacia la desornamentación que ya se inició en otras fábricas de azúcar de Aragón, como por ejemplo la de Luceni. Sus fachadas están limpias de decoración y tan sólo los zócalos y esquinazos dejan la piedra negra a cara vista para, de esta manera, romper con la uniformidad visual.
Los vanos son tanto de medio punto, para la zona de oficinas y de laboratorio, como rebajados para el resto de las zonas fabriles.
El interior de la nave principal de esta azucarera destaca por su planta rectangular con cuatro, tres y dos niveles de altura y la presencia, como elementos sustentantes, de un entramado metálico de columnas de hierro que se van arriostrando unas en otras mediante tirantes del mismo material. Las columnas, pese a ser de un nuevo material, siguen el esquema clásico y presentan una basa, donde se encuentra la marca del fundidor, un fuste liso y un capitel con collarino de planta cruciforme.
Estos elementos constructivos los encontramos en las diversas naves que conforman el conjunto fabril, en el que además de la nave de fabricación, destacan el taller de reparaciones, el secadero de pulpa, el edificio dedicado a oficinas y laboratorio, el horno de cal y los almacenes para azúcar y pulpa.
El conjunto fabril cuenta además con una chimenea, con los silos para la remolacha y con un barrio de viviendas.
La chimenea se encuentra situada delante del horno de cal aunque en la actualidad, tan sólo queda su base cuadrada y unos metros del tiro de forma circular.
Los silos eran importantes para el inicio de todas las operaciones ya que en ellos además de almacenarse la remolacha se procedía a una primera limpieza. En esta azucarera se localizan entre la puerta de entrada y la fábrica y había un total de cuatro para la descarga de los carros y dos para la descarga de los vagones del ferrocarril.
Finalmente, se levantó un barrio para los cuadros técnicos de la fábrica. Así, se levantaron viviendas unifamiliares y viviendas bloque localizadas a la entrada de la empresa, en las que se mantienen las constantes estéticas ya mencionadas para los edificios industriales. En esta azucarera no se llegaron a levantar viviendas para los obreros, tal vez por el escaso tiempo que estuvo en funcionamiento.