A diferencia de la mayor parte de las salinas aragonesas, las minas de Remolinos han sido siempre explotaciones subterráneas de las que se extraía el mineral.
En la actualidad, solo se mantiene en funcionamiento una de las muchas minas que existieron en Remolinos, la mina María del Carmen. Se trata de una gran y compleja instalación industrial que incluye la mina subterránea propiamente dicha, numerosas infraestructuras auxiliares y espacios de almacenaje y, en el exterior, un sistema compuesto por unas 50 balsas que permiten la obtención final de sal a partir de cierta proporción del mineral extraído, que debe ser sometido a procesos adicionales.
La mina subterránea, de grandes dimensiones, tiene un trazado interior ortogonal, producto de la racionalización y mecanización de la producción que tuvieron lugar a lo largo del siglo XX. El entramado, reforzado mediante pilares, está compuesto por calles y vías de 20 metros de anchura y algo menos de 6 de altura. Aparte de las zonas de extracción propiamente dichas, pueden encontrarse en el interior de la mina numerosas infraestructuras e instalaciones auxiliares, como talleres, vestuarios, zonas de almacenamiento y chimeneas de ventilación.
El sistema de explotación es sencillo. La pared de la mina consta de tres niveles: el "cuerpo alto", que inicialmente era el único que se explotaba; el "cuerpo intermedio", cuyos materiales se habían utilizado hasta la actualidad para rellenar las calles y vías de la mina; y el "cuerpo bajo", con una segunda flor, que se comenzó a aprovechar en el siglo XX.
Básicamente se trabaja mediante explosivos, dispuestos en huecos abiertos por perforadoras. Las explosiones se llevan a cabo cuando finaliza la tarea diaria. A lo largo del día siguiente se va troceando el material obtenido y, a continuación, se lleva a cabo su selección y clasificación. De allí es conducido a una tolva, a partir de la cual pasa al molino primario, cintas transportadoras, segundo molino y diversas cribas, que llevarán a cabo la tarea de la trituración y limpieza del mineral para la obtención de sal.
Los restos de mineral de peor calidad, que no han podido ser adecuadamente triturados, son empapados, con el fin de que se produzca su disolución. La combinación de sal y agua resultante es conducida al sistema de balsas, una estructura reticular compuesta por aproximadamente 50 balsas de unos 100 m de longitud cada una. Allí se mantiene durante dos años, al cabo de los cuales, por evaporación del agua y cristalización del mineral, se producirá sal. Se trata de la sal de peor calidad.
Toda la sal obtenida en los diferentes procesos se clasifica según su grosor. La más fina es utilizada para animales, la mediana para el mantenimiento de las carreteras frente al hielo y la de peor calidad, obtenida en las balsas, para salmueras.