La torre de la iglesia de Santa María, magnífico ejemplar de la arquitectura de ascendencia islámica aragonesa, es, no solo el gran elemento arquitectónico de la villa y su símbolo más insigne, sino también el hito o imagen por excelencia de toda la población y de sus alrededores.
Está situada a los pies del templo, aunque se trata de dos edificaciones independientes. En los escasos ocho centímetros de separación existentes entre los dos edificios se observa que, mientras en la pared que pertenece a la torre pueden verse las hiladas de ladrillo perfectamente limpias y rejuntadas, las de la iglesia presentan las rebabas de mortero típicas de una obra que ha sido erigida junto a otra ya existente; este detalle podría indicar, según concluyen las recientes investigaciones de Jaime Carbonel, que cuando se construyó la iglesia ya existía la torre y que esta habría sido en origen una edificación exenta.
Su planta es octogonal. Interiormente, está dividida en cuatro estancias superpuestas, también de planta octogonal, cubiertas por bóvedas esquifadas de ocho paños. El acceso se realiza a través del coro, a unos siete metros de altura, directamente a la primera estancia (bajo ella había un foso circular que fue colmatado durante su restauración en los años 80 del siglo pasado). La escalera que asciende a partir de allí es intramural y circula en torno a las citadas estancias, cubierta mediante un sistema de bovedillas enjarjadas. Desemboca en una amplia estancia, también octogonal y cubierta por bóveda esquifada de ocho paños, cuyo vértice supera los once metros de altura, que sirve como campanario. Presenta la particularidad de que las campanas están alojadas en huecos que tuvieron que ser rotos para poder darles cabida.
En el exterior, unas impostas de canecillos dan la sensación de dividir la torre en varios cuerpos, pero no coinciden con su estructura interior. La decoración comienza a partir de cierta altura, siempre repitiendo cada paño decorativo por igual en cada una de las ocho caras, enmarcados por bandas de esquinillas. Observándolos de abajo a arriba, los tableros que encontramos contienen los siguientes motivos: arcos mixtilíneos entrecruzados, lazos de cuatro octogonales, decoración epigráfica, faja de rombos de trazado mixtilíneo y arcos de medio punto entrecruzados. Como terminación, las almenas y merlones de la terraza y la torrecilla de remate, alcanzando una altura total de 47 metros.
Especialmente singular es el paño de decoración epigráfica, situado por debajo de los ventanales del campanario, donde los arabistas han descubierto el mensaje de la Shahada (“No hay más dios que Dios y Mahoma es su enviado”), en este caso “No hay más dios que el Justo”, según F. J. Navarro Cabeza.