Iglesia gótico-mudéjar con ábside poligonal y nave única de dos tramos con capillas laterales y cubierta con bóveda de crucería decorada con agramilados geométricos de tradición mudéjar. En su parte superior se encuentra recorrida por una tribuna abierta al exterior mediante arcos apuntados y de medio punto que le da cierto aire de fortaleza.
En el siglo XVIII se construyó la Capilla de la Magdalena, adosada a la capilla del lado de la epístola del primer tramo de la nave. Capilla de traza barroca de planta cuadrada y cubierta por cúpula semiesférica sobre pechinas y abierta con linterna. Al exterior se configura como un volumen de considerables dimensiones cerrado por tambor y cimborio sobre los que destaca por su altura y acusada verticalidad la linterna abierta. A finales de siglo se reorienta la iglesia parroquial de tal forma que el altar se sitúa en el antiguo muro recto que delimitaba la nave a los pies, y se abre un nuevo acceso en el paño central del ábside poligonal mudéjar. El ábside original, con la nueva orientación queda ubicado a los pies de la iglesia y alberga un coro alto. Adosada a la capilla barroca se construye una nueva sacristía de planta rectangular que se cubre con bóveda de lunetos y comunica tanto con la capilla barroca como con la nueva cabecera.
La portada está compuesta por dos potentes columnas de fuste cilíndrico que sostienen un entablamento clásico con arquitrabe, friso y cornisa sobre el que se dispone un frontón triangular.
La torre se levanta en el ángulo suroeste de la fachada y pertenece al prototipo de torres mudéjares ¿mixtas¿. El primer cuerpo, de planta cuadrada, presenta estructura característica de la época; es decir, la torre envolviendo a un machón central hueco y con paredes de escaso grosor, cuya única función es servir de soporte a la caja de escaleras que se desarrolla entre ambos. El segundo cuerpo octogonal, donde se hallan los vanos para alojar las campanas, está formado por una sola torre, totalmente hueca en su interior. Ambos cuerpos, cuadrado y octogonal, se hallan divididos en varios pisos por impostas voladas y el cuerpo superior octogonal presenta además contrafuertes exteriores en los ángulos, elementos formales que se desarrollan ya en el siglo XVI.
También son características del siglo XVI los elementos decorativos que se han incluido en la torre: fajas de esquinillas y cruces de múltiples brazos formando rombos.
Los vanos, tanto los ciegos como los abiertos son en arcos de medio punto que se presentan doblados.
La iglesia se adscribe a un plan de obras fijado determinado por el influjo de la tipología mudéjar. En una primera fase de las obras se construye en ladrillo la cabecera y el primer tramo de una iglesia que va a constar de una sola nave de un tramo de planta rectangular oblonga, cabecera poligonal de cinco lados y capillas entre los contrafuertes, de planta más alargada las de la nave. Por encima de estas capillas, del ábside y del primer tramo corre una tribuna. Esta primera construcción se cerró al interior con bóvedas de crucería.
En el siglo XVI se termina la fábrica mudéjar. Se cierra la nave con un tramo de planta cuadrada y amplias proporciones a los pies, con dos capillas laterales a cada lado del mismo y además se levanta la torre a los pies en el lado de la epístola. La tribuna de la primera fase no tiene continuación en esta segunda, y el nuevo tramo cambia el tipo de cubierta cerrándose con bóveda de crucería estrellada con terceletes y combados, mientras las capillas mantienen el tipo de cubierta a base de crucería sencilla.
En el siglo XVIII se llevan a cabo reformas en el interior de la iglesia, la principal la construcción de la Capilla de la Magdalena, y se sustituyen las bóvedas de crucería del siglo XV de las capillas del primer tramo de la nave por bóveda de cañón con lunetos al gusto barroco.
La transformación más importante de la fábrica mudéjar que finalmente la enmascara tendrá lugar en el último tercio del siglo XVIII. En 1773 se decide la reorientación de la iglesia parroquial.
Al exterior la potencia de la cabecera poligonal se complementa con la disposición de paramentos lisos tan solo articulados por efecto del ladrillo y la apertura de la galería superior que corona toda la fábrica de la iglesia. Esta galería es muy similar a la de la parroquial de Quinto de Ebro y no tiene todavía la función de ventilación de bóvedas que tendrán en el siglo XVI.
Con la reorientación del templo se construye un nuevo acceso que se ubica en el ábside primitivo mudéjar del siglo XV. La portada, de tintes neoclásicos, muestra un sobrio estilo corintio. La radical transformación produce definitivamente el enmascaramiento de la primitiva iglesia mudéjar, aunque quedará patente la traza sobre todo en la conservación de los volúmenes originales determinados por la antigua cabecera poligonal y la nave, así como por el contrapunto vertical de la torre.
La torre se levantaba originalmente a los pies de la nave en el lado de la epístola, junto a la portada original y actualmente lo hace junto a la cabecera de testero recto.
Construida durante la segunda mitad del siglo XVI, está determinada por la pronunciada verticalidad que caracteriza la elegancia y esbeltez de la estructura. Precisamente, la unidad estructural y decorativa de la torre no deja lugar dudas acerca de que la edificación de la misma responde a un único plan de construcción.