El aspecto general de las fachadas es de cierta pesadez. El zócalo está formado por dos filas de sillares y una faja de ladrillo rojo, donde abren las ventanas que iluminan la planta sótano; la puerta principal se abre centrada abarcando toda la altura de la planta, quedando flanqueada por ventanales con rejería.
Las cuatro plantas superiores se articulan por medio de balcones con balaustrada de hierro, siendo los de la planta primera en arco de medio punto, recuadrado y con las enjutas decoradas con cerámica, y los del resto de la fachada son adintelados. Los balcones de las diferentes plantas en la fachada de la calle Zumalacárregui son todos corridos a excepción de los de la planta baja que presenta ventanales iguales a los de la fachada principal. Los extremos de la fachada y la parte central de la fachada principal quedan ocupados por miradores acristalados con un tratamiento muy semejante en todas las plantas, presentando los de la cuarta planta un remate a modo de frontón curvo. Además, estos miradores de la cuarta planta así como también los de la segunda, presentan la cristalería dividida en dos por medio de pilastras. Sobre los balcones de la cuarta planta se sitúa una cornisa de ladrillo que da paso a unas ménsulas talladas que sostienen el alero. Por encima de este alero se edificó una nueva planta, en ligero retranqueo.
El zócalo y las pilastras que flanquean los miradores de los extremos son de ladrillo rojo, contrastando con el ladrillo de color crema que ocupa el resto de la fachada y con los miradores, realizados con cemento. Sencillas labores de ladrillo aplantillado marcan la separación de plantas, estando reforzada la faja que corona la planta baja con una hilada de motivos cerámicos polícromos. Guirnaldas y motivos florales se disponen en los antepechos y remates de los miradores, sin romper el tono equilibrado de toda la composición.
La cerrajería presenta detalles ornamentales de tipo modernista, con motivos vegetales que decoran las rejas de los ventanales y balcones, la verja del jardín, así como las ménsulas de hierro forjado que apoyan los voladizos de algunos balcones y miradores.

Por su estructura y diseño arquitectónicos se configura como construcción ecléctica con elementos decorativos modernistas.
Tuvo en origen planta sótano y cinco plantas más, habiéndosele añadido en una adaptación reciente la planta ático, a la vez que se ha transformado la distribución interior, y se ha construido una nueva fachada trasera.
La fachada principal aparece construida en ladrillo sobre un zócalo de piedra, en el que se abren las ventanas del sótano. La portada adintelada está flanqueada por ventanales, mientras que las cuatro plantas superiores se articulan mediante balcones y miradores, tanto en la parte central como en los extremos laterales. Su decoración se basa en la policromía de los ladrillos (de color rojo y crema) combinados con los sillares, las piezas cerámicas y los motivos vegetales de raíz modernista realizados en cemento que enmarcan los vanos y se observan también en las diversas obras de rejería.
La fachada lateral, también de composición simétrica, es mucho más sencilla que la principal, que aparece precedida por un pequeño jardín, como marcaba la normativa de la época.
El interés principal reside en las fachadas al paseo de Sagasta y a la calle de Zumalacárregui, construidas en ladrillo visto de dos colores y con una composición simétrica en la que los miradores actúan como elementos estructuradores; sobre este esquema se añaden elementos decorativos centrados especialmente en los miradores y realizados con molde de cemento, a base de guirnaldas y motivos florales según una composición equilibrada; la cerrajería, de hierro forjado, sigue diseños modernistas, así como la carpintería y la cristalería.
Elemento destacado es el jardín que precede a la fachada principal, protegido por una verja artística. Si bien en un principio los jardines en el lado de los pares de la calle fueron obligatorios, hoy muchos han desaparecido.