El patio, al que se accede desde el zaguán, presenta planta ligeramente rectangular y cuenta con tres pisos, manteniéndose todavía la acusada verticalidad del gusto del gótico. En planta baja presenta una estructura porticada con puentes de madera y cuatro columnas toscanas cuyos fustes anillados quedaron ocultos por zunchados de hormigón en las reformas de 1946 a fin de reforzar la estructura; unas ménsulas decoradas con acantos se disponían sobre los capiteles; la galería superior está formada por arcos mixtilíneos apoyados en columnas fasciculadas; la planta alta abre con pequeñas ventanas enmarcadas con aplicaciones de yeso formando arcos conopiales con decoración de arquillos apuntados y columnillas en las jambas. El alero está realizado en madera y presenta doble vuelo, apoyando en canecillos de lóbulos.
La escalera se sitúa en un ángulo del patio y tuvo en origen un antepecho con decoración calada de yeso. Fue modificada, prolongándose su arranque.
La sala formaba un conjunto característico de la arquitectura de la época, contando con dos cámaras laterales, una de las cuales fue suprimida en la reforma de 1946 y la otra ha quedado unida a la sala, configurando un espacio único que se cubre con una techumbre de madera bastante simple que integra pequeños artesones moldurados ¿un elemento novedoso de la moda renacentista- en una estructura tradicional formada por jácenas.
La fachada principal da a la calle San Voto, vía que en origen tuvo un trazado angosto que formaba un ángulo en la conexión con la actual calle San Félix, lo que condicionó la discontinuidad de la línea de la fachada. Se estructura en tres pisos, abriendo en la planta baja la portada, bajo amplio arco de medio punto realizado en ladrillo y con jambas de piedra, y huecos rejados. En la planta noble presenta balcones que son una modificación de los huecos originales, y en la planta alta se desarrolla un mirador que en el tramo retranqueado abre estrechos y altos arcos de medio punto y en el tramo avanzado, ventanas más amplias, adinteladas y con los ángulos superiores decorados por aplicaciones de yeso adquiriendo la apariencia de arcos. El alero presenta un pronunciado vuelo de doble saliente sobre canes de lóbulos.

La casa de los Torrero es un ejemplo de transición de las formas góticas al nuevo lenguaje clasicista en la arquitectura civil zaragozana. Presenta una estructura interior compleja, con zonas parcialmente independientes entre sí, debido a la irregularidad del solar que afectó a la disposición de la zona principal conformada por el patio, la escalera y la sala con sus cámaras. El patio constituye un elemento singular por su estructura de tres pisos; en la planta baja se colocaron columnas toscanas anilladas, hoy ocultas, que contrastaban con las formas góticas de las columnas fasciculadas y los arcos mixtilíneos de la arquería superior y de las ventanas del último piso abiertas en arcos conopiales; el alero de doble vuelo remata el conjunto. En la sala de la planta noble hay que destacar la techumbre, muestra de la transición entre los alfarjes y los artesonados, con jácenas molduradas y pequeños artesones. Son reseñables los sótanos, situados bajo el patio y cubiertos con bóvedas, quedando comunicados los distintos espacios por arcos de medio punto sobre pilares, todo ello de ladrillo.
La fachada principal, única exterior en la época de construcción, describe un quiebro que reproduce el trazado de la calle San Voto en el siglo XVI. El último piso está ocupado por un mirador que presenta distinto tipo de huecos, con arcos de medio punto en la parte retranqueada, y adintelados con aplicaciones de yeso en los ángulos en la parte adelantada. La fachada se corona con un alero de madera de doble vuelo sobre canes lobulados.