Construido a comienzos del siglo XX, poco después del Centenario de los Sitios de Zaragoza, se trata de uno de los ejemplos de arquitectura industrial de carácter ecléctico con elementos historicistas del renacimiento aragonés y barroco más interesantes.
Desde su construcción el edificio ha tenido sucesivos y diferentes usos hasta su rehabilitación actual como establecimiento hotelero.
Determinado por su carácter de edificio principal se configuró a modo de un gran volumen prismático flanqueado por dos torres laterales. Levantado, en ladrillo, sobre una gran planta rectangular de proporciones alargadas, consta de dos pisos y semisótano. Mientras en el interior las sucesivas reformas han desvirtuado la configuración espacial original, en el exterior conserva la articulación y decoración originales. El cuerpo central abre mediante siete grandes vanos adintelados en la planta inferior y siete vanos en arco de medio punto en la superior, separadas ambas mediante un friso de azulejos con decoración de estilo modernista. Los torreones que flanquean la fachada, a modo de volúmenes ligeramente en saledizo, se articulan del mismo modo: vano adintelado abajo y de medio punto arriba, y se dotaron de un cuerpo superior aterrazado rematado con chapiteles de perfil curvo de influencia francesa.