Presenta planta jesuítica, de cruz latina conformada por una nave de tres tramos y atrio, crucero y cabecera plana; esta estructura queda inscrita en un rectángulo, ya que la cabecera está flanqueada por dos espacios destinados a sacristía y coro bajo, mientras que los espacios correspondientes a los lados de la nave están ocupados por dos capillas que abren a ambos lados del primer tramo, y dependencias conventuales que flanquean los dos tramos restantes y el atrio. El coro bajo abre al tramo de la cabecera a través de una verja y con el que se comunica mediante una puerta simulada en la decoración del muro. Los soportes empleados son pilastras con basas de piedra y capiteles toscanos que sostienen un entablamento del mismo orden, recorriendo todo el perímetro del templo salvo los muros de los pies y de la cabecera. Las pilastras se adosan al muro en los frentes de los contrafuertes, utilizándose dobles pilastras en los contrafuertes anteriores del crucero, mientras que en los posteriores es sencilla. En el entablamento, el arquitrabe, como es frecuente en este orden, se divide en dos bandas; el friso se compone de triglifos y metopas, y la cornisa, con mayor voladizo, presenta doble alero. El crucero cubre sus brazos con bóvedas de lunetos trasversales al eje de la nave, mientras que en el centro se elevó una cúpula sobre pechinas, sin tambor ni linterna. Las capillas laterales abren a la nave bajo arco de medio punto sencillo y se cubren con bóvedas de arista en cuyo centro se ha colocado a modo de clave un emblema del Carmelo en una y en otro un escudo heráldico, fragmento seguramente perteneciente a alguno de los altares antiguos de la iglesia. En la nave, a los pies, se sitúa el coro alto sobre arco rebajado de igual luz que la nave y cerrado con una reja de estilo modernista de composición geométrica y reticular. Esta se articula en siete cuerpos verticales acabados en arcos de medio punto, los cinco centrales; los motivos geométricos se superponen sobre la retícula. La reja se corona con tramos de tallos de trazado curvo con flores. Este coro es fruto de una ampliación realizada en 1903, ya que el coro primitivo ocupaba únicamente la parte superior del atrio sobre el que se alzaba. La iluminación de la iglesia se realiza mediante cinco vanos, dos rectangulares en arco rebajado situados en los extremos del crucero, dos óculos a ambos lados del segundo tramo de la nave y uno de medio punto en el muro de los pies que sustituyó a uno cuadrado menor cuyo dintel adovelado aún se percibe en el muro.
El claustro, se sitúa junto a la iglesia, unido directamente al muro izquierdo de ésta, sin espacios intermedios. Es de planta cuadrada, de ladrillo, y la galería presenta en cada lado cinco tramos correspondientes a los tres vanos de cada fachada y a los dos de las esquinas. Estos tramos se cubren con bóveda de arista de carácter muy plano. En altura, el claustro presenta tres pisos de los que sólo corresponden a la construcción original los dos de abajo; el tercero es un añadido con fines utilitarios de carácter doméstico. El piso inferior presenta en cada uno de los lados tres arcadas de medio punto doblado separadas por pilastras. La arcada central alberga un óculo, como los otros arcos y además, una puerta. En los tres arcos, los pilares de la arcada exterior llegan hasta el suelo, mientras que los de la interior se quedan en el antepecho del hueco cerrado. Separado por una imposta se levanta el segundo piso con la misma disposición tripartita del piso inferior. Las pilastras son más estrechas y tienen basa. El claustro debía coronarse, tal y como indica la capitulación, con un rafe de aljez y ladrillo igual al de la iglesia y el resto del convento.
La fachada, estructurada en dos pisos, se sitúa a los pies de la iglesia, está realizada en ladrillo y cuenta con un pequeño zócalo de piedra.
La iglesia de Santa Teresa es un edificio barroco, con fábrica de ladrillo, sobrio y de proporciones muy equilibradas que constituye una síntesis de la arquitectura barroca de influjo italiano y elementos decorativos de tradición mudéjar.
Al interior, constituye un espacio diáfano, de carácter unitario y armónico que se completa con la decoración del zócalo de azulejo y las yeserías talladas de las bóvedas y la cúpula, que configuran un espacio de gran atractivo lumínico y visual que sería mayor antes de pintarse los muros.
Al exterior se hace patente la severidad del edificio, con muros lisos en los que la decoración se reduce al sencillo alero que combina tradición mudéjar con elementos clasicistas, alternando filetes en saledizo con dentellones y dientes de sierra. Lo más destacado es la fachada que adopta un esquema vignolesco, articulada por cuatro pilastras toscanas que delimitan tres cuerpos, el central de dos pisos rematado con frontón triangular, y dos cuerpos laterales de un piso, cubiertos con frontones curvos de los que arrancan aletones que los unen al cuerpo central. La portada abre en el centro, bajo sencillo arco de medio punto; en el centro del piso superior se abrió, en las reformas de 1903, un vano de medio punto con rejería decorativa, sustituyendo al vano adintelado original. Como único aspecto puramente decorativo, destaca el tratamiento que se dio a los espacios entre los ladrillos, rellenándolos en relieve.