Con el mausoleo el sepulcro adquiere un carácter monumental, transformándose la tumba en un santuario erigido a la memoria del difunto.
Estos monumentos suelen aparecer en áreas pobladas por ricos terratenientes cerealistas, que se dotan de suntuosas sepulturas.
Cronológicamente estos monumentos se escalonan a lo largo del Alto Imperio entre fines del siglo I y comienzos del siglo III, con alguna excepción de época más tardía, correspondiéndose ya con el s. IV en época tardoimperial.
Tipológicamente los mausoleos romanos en Hispania se diferencian por su forma en dos subtipos: el llamado sepulcro-torre, que consta de un basamento, un cuerpo centra prismático, y una cubierta variable (piramidal, semiesférica o plana), y el llamado sepulcro-templo, que imita la forma de un templo romano, constando de cella y de un conditorium subterráneo bajo la misma.
Entre ambas tipologías se dan gamas y variantes intermedias, entre las que destacan en Aragón el llamado sepulcro-sarcófago, ya que en realidad no hace sino reproducir a escala monumental la disposición de un sarcófago columnado pagano.
El mausoleo de Fabara pertenece al tipo sepulcro-templo y se encuentra aislado, fuera del casco urbano, en un emplazamiento de gran belleza. Está datado en el s. II. Se trata de un mausoleo que, imitando un templo romano de la época presenta planta cuadrada y consta de dos partes: la cella o parte superior, un espacio cubierto con bóveda de cañón muy sencilla en el que se realizaban los sacrificios y libaciones en honor del fallecido, y la parte inferior o conditorium, cámara subterránea por debajo de la cella, cuya finalidad era albergar los restos del difunto. Este espacio también se cubre con bóveda de cañón sencilla y se comunica con la parte superior a través de una escalera.
La parte superior, en forma de templo, es de planta casi cuadrada, y abre con una fachada in antis a oriente, con cuatro columnas de orden dórico y fuste liso, dos exentas en el centro, y las dos laterales adosadas a las antas, que forman un pórtico tetrástilo, con un estrecho pronaos tras él. La entrada a la cella presenta una portada sencilla adintelada. Sobre las columnas que conforman el pórtico muestra un entablamento jónico que recorre todo el mausoleo y sobre el que se coloca, tanto en la fachada principal como en la posterior, un frontón triangular como remate.
Tanto en el centro de los lados como en las esquinas del frente occidental, van pilastras acanaladas del mismo orden dórico.
El friso se decora desigualmente: el delantero estaba reservado a una inscripción en letras de bronce que fueron arrancadas, donde se encontraba la dedicación a L. Emilio Lupo; el friso norte se decora con guirnaldas sostenidas por candelabros, el friso occidental con roleos de acantos y palmetas, y el friso sur con guirnaldas de frutos y robles sostenidos por águilas.