La fosa común del cementerio de Alcorisa contiene los restos de al menos 78 vecinos asesinados por los republicanos durante los casi dos años que duró su control sobre la localidad, aunque prácticamente todos ellos murieron en los primeros meses de la guerra. Fueron asesinados en otros lugares o en el mismo cementerio, que se convirtió en un conocido lugar de ejecuciones durante aquellos días, sin embargo después de la guerra se produjo una recuperación generalizada de los restos que permanecían dispersos, que fueron depositados juntos en este lugar, sobre el que se levantó un monumento. También yacen allí unos cuantos vecinos asesinados por los republicanos cuyas familias no otorgaron permiso para que sus nombres figurasen en las placas, así como seis soldados del pueblo que murieron luchando junto a los sublevados y cuyos cuerpos pudieron ser recuperados tras la guerra. Las identidades de éstos últimos respondían a las de Sebastián Abellanas Nuez, Alejandro Bella Morera, Florencio Castel Escorihuela, César Pérez Nuez, Jesús Sauras Gracia y Francisco Zaragoza Villuendas.

La fecha de los acontecimientos es aproximada.

Otras víctimas de la guerra en la localidad: En la relación anterior habría que añadir a Vicente Andrés Marié y Felipe Pérez Asensio, asesinados por los republicanos, y a Antonio Borraz Espada, Luis Carbo Canales, Tomás Miércoles Abellán, Pascual Escobedo Millán, Pedro Espallargas Lamiel, Jesús Espallargas López, Mariano Espallargas Mateo, Pedro Espallargas Rueda, Pascual Formento Belenguer, Mariano Navarro Sánchez, Veremundo Palomo Nuez, Germán Plana Juan y Ramiro Yus Teruel, muertos en combate junto a los sublevados. Por algún motivo sus nombres no figuran en el monumento conmemorativo.

No muy lejos del anterior mausoleo, en el interior mismo del cementerio, se levanta otro túmulo funerario en el que desde hace algún tiempo se recuerda a los alcorisanos muertos mientras luchaban del lado de la República o asesinados por los rebeldes tras la victoria de éstos y su conquista de la zona. Hay que puntualizar que aunque pueda parecer lo contrario en el lugar no se conserva resto alguno, sino que se trata únicamente de un monumento recordatorio. En las placas que lo ornamentan figuran los nombres de 65 personas (2 de ellas mujeres). Nada más entrar los rebeldes en Alcorisa darían comienzo a las represalias. Entre los primeros en morir a su manos se contarían Melchor Nuez Guallar, Blas Alcón Buj, Benito Fernández, Urbano García Alvarez, Camilo Anidó, Justino Escobar, Octavio González, Rosario Mir, Angel Espallargas Guallar, Ernesto Huesca, José María Irigoyen, Cesáreo San Emeterio, Luis Gayo, Abilio Fernández, Enrique Ramírez, Bernabé Sancho Gil, José María Muñoz, Jerónimo Nuez Guallar, Francisco Espallargas Nuez, Angel Sastrón Alquezar, Mariano Piquer Escosa, Joaquín Mir Guarch, Cirilo Sanz Mateo, Tomás Gracia Forcada, Vicente Pérez Esteban, Isaac Bono Martín, Sebastián Latorre Pascual o Manuel Galve Burriel, entre otros muchos. Citar también entre los asesinados por los sublevados a Manuel Hernández Aranda, Daniel Hernández Espallargas, Joaquín Pasión Villanova, Pedro Bono Palos, Pascual Aguilar Burriel, Matías Ferrer Mateo, Baltasar Muniesa Lahoz, Bernardo Membrado Alquezar, Benedicto Adán Lisbona, Enrique Artigas Alloza, Jaime Daudén Segovia, Manuel Gracia Membrado y Carmelo Trallero Félez, todos los cuales fueron ejecutados en Zaragoza, los cinco últimos en fecha tan tardía como el 21 de marzo de 1945.

En una plaza de la localidad, un monolito recuerda a su vez a los 9 alcorisanos deportados a los campos nazis tiempo después de haber cruzado la frontera francesa. En total, alrededor de 173 vecinos del pueblo -posiblemente más- perdieron la vida a causa del conflicto español.

Decir, por último, que en los bombardeos previos a la caída del pueblo en manos rebeldes se produjeron varias víctimas, como el grupo de civiles que podrían haber muerto al caer una bomba en la llamada “Cueva Oscura”, utilizada como refugio por la población durante los ataques aéreos. Otro impacto de artillería dañó la iglesia (las huellas del impacto son perfectamente perceptibles hoy en día) provocando víctimas entre las fuerzas rebeldes que acababan de ocupar la plaza, pero tanto en un caso como en el otro ha sido imposible localizar ningún rastro de sepulturas asociadas a tales sucesos.

Intervenciones realizadas