Entre las cualidades constructivas de esta original casa de ejercicios destaca la novedad y expresividad de su planta, abierta simbólicamente en dos alas a partir del núcleo curvo central con la gran figura en relieve del Salvador, así como la armonía de su interior, donde de nuevo son los detalles constructivos y decorativos los que dan coherencia y sentido plástico a todo el conjunto, que además es tremendamente funcional.
El núcleo edificado se completa con una extensa zona verde, en parte ajardinada, que la rodea en su totalidad y en cierto modo la aísla de su entorno inmediato para conseguir crear las condiciones ambientales necesarias para desarrollar correctamente su función como lugar de retiro espiritual.
Este proyecto obtuvo el Primer Premio en el IV Trofeo de Arquitectura Ricardo Magdalena en 1962.