La pequeña iglesia parroquial del Salvador de Villaspesa ocupa un lugar destacado dentro del panorama de la arquitectura modernista aragonesa. Construida entre 1911 y 1912 bajo el mecenazgo de Alejandra Torán, es obra del arquitecto tarraconense Pablo Monguió Segura, quien realiza una interpretación de la arquitectura religiosa medieval, hundiendo sus raíces en el Románico, el Gótico y el Mudéjar, a la que aplica el lenguaje estético de modernismo.

Situada en un pequeño llano, presenta una planta sencilla formada por una cabecera absidial pentagonal, falso crucero formado por dos capillas laterales y nave única de cinco tramos.

Al exterior destaca su espectacular fachada principal, situada a los pies de la nave y compuesta por un atrio abierto en tres arcos apuntados, sobre el que se dispone un gran cuerpo en cuyo interior se aloja un gran arco apuntado de ladrillo en que se inscriben cinco estilizados vanos en arco ojival; este cuerpo superior está cubierto a doble vertiente y rematado por una cruz; dos torrecillas poligonales, también de ladrillo, lo flanquean: muestran ventanas apuntadas y decoración de labor mudéjar de dientes de sierra y otros motivos en resalte.

Las fachadas laterales se resuelven mediante grandes arcos ojivales que cobijan grupos de tres vanos apuntados, con vidrieras decorativas tras la última restauración. En el último tramo de estas fachadas laterales se observan dos grandes cuerpos de mampostería y ladrillo, correspondientes al falso crucero. Tras este encontramos el volumen del ábside poligonal, con dos grandes arcos apuntados ciegos. Exteriormente se aprecia la combinación de los distintos materiales y aparejos constructivos; así, para el atrio y el zócalo inferior (que recorre la iglesia a modo de basamento) se ha utilizado la piedra sillar con almohadillado rústico, mientras la mampostería se reserva para las grandes superficies murales y con el ladrillo se realizan el cuerpo superior de la fachada principal, las torrecillas y los arcos.

Al interior, observamos el curioso sistema de cubrición: la nave muestra una cubierta de madera a dos aguas, que se sustenta en cerchas formadas por pares, tirantes y canes sencillos, que apean sobre pilares de ladrillo con resalte pronunciado y sabor mudéjar, cuya parte inferior se convierte en pilastras apenas resaltadas del muro, que marcan la división en tramos.

La iglesia, de nave única sin capillas, culmina en una cabecera pentagonal que presenta los paños lisos y ciegos, separados por los mismos pilares de ladrillo que sirven de apoyo a los canes de la cubierta. A los pies se sitúa un coro elevado sobre superficie arquitrabada de vigas de madera, con antepecho del mismo material, al que se accede por una sencilla escalera de caracol también de madera.

La iluminación, muy calculada y apropiada para las características del templo, se produce a través de una serie de ventanales que recorren los muros, en los que se abre un gran arco apuntado por cada uno de los tramos de la nave, que cobijan cada uno tres vanos de iluminación en arco apuntado bastante estilizados, cubiertos por vidrieras de colores. El enmarque de estos vanos es también de ladrillo. . Existen otros cinco ventanales en el coro alto, a los pies.