Citado por Labaña tras su itinerario por España en el año 1610, la Casa-Palacio de los Sada, importante familia de origen navarro, propietarios de este palacio hasta mediados del siglo XIX, constituye uno de los mejores y más significativos ejemplos de arquitectura civil de toda esta villa, ya no sólo por su situación privilegiada- tradicionalmente se ha pensado que en el solar que actualmente ocupa el palacio se levantó el segundo castillo de esta localidad-, o por su sobria arquitectura, sino también por ser en este lugar en el que nació Fernando II de Aragón, más conocido como Fernando el Católico, hijo de Doña Juana Enriquez y Juan II de Aragón.
Las primeras estancias del Palacio datan del siglo XIII, momento a partir del que se van sumando y añadiendo otras nuevas, hasta que a finales del siglo XVI encontramos la planta completa, adaptada y aglutinadora de los irregulares cuartos o dependencias preexistentes.
En la actualidad encontramos un edificio exento, cuya fachada principal destaca por su sobriedad, por su forma rectangular, marcada por el predominio de las líneas horizontales, compensadas por la verticalidad introducida por dos pequeños resaltes que a modo de torrecillas se dispone en los extremos.
Levantada en el siglo XVI con sillares perfectamente escuadrados, presenta división en dos pisos en altura, de los que en el inferior y como eje simétrico de la composición, se abre la sencilla portada en arco de medio punto de grandes dovelas, sobre la que se sitúa una pequeña cornisa sobre la que se dispone el escudo de armas de la familia de los Sada, flanqueado por pilastras y rematado por un frontón partido.
A derecha e izquierda de la portada, se disponen en ambas plantas, vanos adintelados dotados de alfeízares y dinteles moldurados como única ornamentación. Coronando el muro de la fachada se dispone un remate almenado.
La fachada posterior presenta una galería sobre pilares de madera.
En el interior, destaca el gran zaguán con dos alturas y techumbre de madera sostenida por una viga sobre ménsulas que apoya en una columna acanalada de plinto cuadrado. Desde el zaguán parten dos escaleras, una de ellas lleva a las habitaciones privadas, entre las que se encuentra aquella en la que Fernando el Católico vio la luz por primera vez. En una estancia situada al oeste del zaguán encontramos algunos de los más antiguos vestigios del palacio, como una puerta ojival de sillería y una ventana geminada con arcos ultracirculares.