Ubicado dentro del casco urbano, el Teatro Romano de Zaragoza se encuentra en la zona sur de la antigua ciudad romana de Cesaraugusta, en la orilla del río Ebro. Su construcción, que data del siglo I, es de hormigón de cal y canto, con galerías abovedadas, aplacado parcialmente con piedra caliza. Por sus dimensiones era uno de los más grandes de su época y, por ello, su conservación es de gran importancia para acrecentar el patrimonio histórico de la ciudad.
Los resultados arqueológicos que se han obtenido en las excavaciones realizadas han sido de gran interés para el conocimiento tanto del urbanismo de la ciudad como de sus diferentes etapas históricas dentro de un arco cronológico de once siglos.
Su estado de conservación es excelente. Hasta nuestros días ha llegado una parte sustancial de sus estructuras, en una mayor o menor extensión de las mismas, como son la cavea, la orchestra, el balteus, el hyposcenium, la cripta y los espacios entre los muros radiales de la cavea. En las diferentes excavaciones arqueológicas que en él se han llevado a cabo apareció el suelo original fundacional del teatro, correspondiente a la escena, así como los cimientos arrasados de las casas de la época de Augusto-Tiberio, y unos arcos de la bóveda que sostenían la cavea y que, a su vez, permitían la circulación por debajo de las gradas. En los espacios radiales, hoy vaciados, han aparecido multitud de restos de todas las culturas que han reutilizado el monumento, con especial importancia de las viviendas islámicas, con pozos sépticos con material de esta época, así como los restos de una necrópolis visigótica.