La fosa común del cementerio de Villafranca del Campo seguiría existiendo a decir de algunos informantes consultados, si bien no esta señalizada de ningún modo y sería imposible encontrarla de no mediar las indicaciones de terceras personas. La fosa se correspondería con una gran losa de cemento desnudo existente en medio del camposanto, si bien existen ciertas dudas al respecto porque aunque la historia de la masacre es bien conocida en el lugar los testigos presenciales que enterraron los cuerpos ya han muerto y sus hijos desconocen el punto exacto. Las coordenadas deben tomarse a título estimativo. Contendría los cuerpos de una cantidad indeterminada de personas -entre 15 y 20- asesinadas en una única matanza. Todos ellos habían permanecido detenidos durante unas horas en el depósito municipal de Villafranca y fueron cargados a un camión con la excusa de su traslado a la capital provincial. Desgraciadamente ninguno de ellos pasaría del cementerio del pueblo, donde fueron fusilados contra las tapias exteriores del recinto. Entre las víctimas podemos contar a los vecinos de Monreal del Campo Benjamín y Victoriano Górriz Bau, Miguel López Allueva y a Abundio Moreno Tortajada, o a los vecinos de Calamocha Enrique Alpeñés Layunta, Narciso Formas Salvador y José Lázaro Capitán. También habrían muerto en aquella ocasión Manuel Marcos Esteban Labán, de Fuentes Claras, una vecina de Torremocha del Campo y los vecinos de Bueña Clemente Ruiz, su hijo Ramón Ruiz Cebrián y el suegro de éste último, Aniceto Rubio, entre otros que no se conocen.

Con posterioridad a la guerra fueron exhumados los cadáveres del vecino de Monreal del Campo Benjamín Gorriz Bau y del secretario del Juzgado de Calamocha. Una historia apócrifa cuya verosimilitud no ha sido posible confirmar asegura que fue asesinado por orden directa de un sacerdote con el que había mantenido ciertos pleitos en los tribunales, y que más tarde el hermano del fallecido, que resultó ser un teniente coronel del ejército rebelde, habría forzado la realización de un Consejo de Guerra que habría culminado con el fusilamiento del sacerdote y el cabo de la Guardia Civil implicados en la muerte, y con una orden por la cual en adelante todas las denuncias tendrían que ser firmadas por los denunciantes. Lo cierto es que un sacerdote de Calamocha llamado Miguel García Juste aparece en los registros como ejecutado por los rebeldes el 24 de julio de 1936, lo cual no parece ser una simple casualidad, por mucho que las fechas no coincidan.

Otras víctimas de la represión ejercida por los sublevados: Por lo que respecta a la propia Villafranca de Campo, los sublevados asesinaron en Bueña a Antonio Manuel Sebastián Fortea, pero no existe constancia documental de más asesinatos, lo cual no quiere decir que no se produjeran.

Otras víctimas de la guerra en la localidad: Nueve jóvenes del pueblo murieron en combate junto a los sublevados. Los fallecidos fueron Ricardo Campo Muñoz, Vicente Clemente Sebastián, Pablo Galve Martínez, Miguel García Aguar, Agustín López Brosel, Valentín Martínez Ramoa, Esteban Monzón Gómez, Vicente Rubio Rico y Ramón Villarroya Ramos.