Con frases como esta se publicitaba el balneario de Panticosa hace más o menos un siglo, en un intento de recuperar su esplendor perdido tras varios sucesivos desastres naturales que afectaron gravemente a sus instalaciones y provocaron una larga decadencia. Sin embargo, hasta entonces, el conjunto termal del valle de Tena había sido uno de los más exclusivos lugares de veraneo de España gracias a su espectacular emplazamiento, la fama de sus aguas y una variada gama de ofertas de ocio. La abundante documentación conservada en nuestros archivos nos permite reconstruir su intrahistoria, pasear por sus lujosos edificios y acompañar a la elegante clientela en sus diversiones.
El balneario de Panticosa no solo es uno de los enclaves turísticos más espectaculares del Pirineo central, sino un interesante conjunto arquitectónico que nos ha legado una compleja historia, una abundante documentación visual y los testimonios de múltiples viajeros. Buceando en todo ello, reconstruimos la larga trayectoria del conjunto termal, desde una nebulosa época romana hasta la actualidad, y nos asomamos a la pintoresca y curiosa intrahistoria del que llegó a ser uno de los principales centros de vacaciones de la España de la Belle Époque.
En un territorio de media montaña, con un poblamiento de pequeñas aldeas y masías dispersas, sorprende encontrar algunos núcleos de mayor tamaño que llaman la atención por su singular diseño urbanístico, su compacta estructura y el muy regular trazado de sus calles. Se trata de las pueblas, creadas entre 1250 y 1300 con el fin de explotar los productivos llanos del Ésera y del Isábena una vez alejado el peligro islámico: La Puebla de Fantova, La Puebla de Roda, La Puebla de Castro…
El pasado 9 de junio, con motivo del Día Internacional de los Archivos, fue presentado el nuevo portal DARA de la Comarca del Alto Gállego, una ambiciosa iniciativa que pone a disposición pública miles de documentos y fotografías procedentes de numerosos archivos públicos y privados, desde ayuntamientos como Panticosa, Sallent, Caldearenas o Sabiñánigo a empresas como Ercros (la antigua Aragonesas) y asociaciones como Amigos de Serrablo.
En ciertas ocasiones la compra de una casa acarrea sorpresas, como la que vivió Alberto Sánchez cuando hace cuatro años adquirió la casa solariega de los Ibáñez de Bernabé en Used, deshabitada desde hacía décadas. En su interior halló una gran cantidad de viejos “papeles”, fechados entre 1507 y mediados del siglo XIX, de un enorme interés: se trata de la documentación privada de una importante familia de notarios e hidalgos que informa no solo respecto a la vida pública y doméstica de sus miembros, sino sobre los aspectos más desconocidos de la historia de numerosos pueblos de la Comunidad de Aldeas de Daroca. Hoy este interesante fondo documental puede consultarse íntegramente en DARA.
Seña de identidad para los habitantes de Sobrarbe y espectacular enclave turístico, el monasterio de San Victorián es además uno de los protagonistas de la historia medieval del Pirineo. Convertido a partir del siglo XI en el delegado de la nueva monarquía aragonesa en las montañas orientales del reino, gozó de un señorío que abarcaba cincuenta y cuatro villas y aldeas entre los valles del Cinca y el Isábena, se enriqueció con sus diezmos y rentas, y cristianizó a sus habitantes construyendo iglesias que difundirán las novedosas formas románicas venidas de Francia.
Mientras los legendarios orígenes del monasterio de San Victorián continúan sujetos a la discusión, sus edificios están siendo objeto desde hace unos años de un ambicioso proyecto de restauración que está devolviendo parte de su esplendor a un impresionante conjunto arquitectónico, calificado por ciertos viajeros del siglo XIX como el “Escorial de Sobrarbe”: la iglesia monástica, el palacio abacial, el claustro, la muralla… La documentación, las antiguas crónicas, la tradición oral y las arquitecturas conservadas nos permiten hoy reconstruir la leyenda y la historia de San Victorián.
La creación de la diócesis de Barbastro en 1571 va a tener consecuencias de gran importancia en todos los ámbitos, pero muy especialmente en el cultural. Durante varios siglos, los obispos y el clero episcopal adquirirán un peso decisivo en la evolución del arte en el territorio del nuevo obispado: ejercen de clientes, mecenas y censores, dictando de algún modo los gustos y tendencias e implantando también las nuevas directrices de la Contrarreforma. La colección barroca del Museo de Barbastro, y muy en especial su espectacular conjunto de piezas litúrgicas de orfebrería, es deudora de estos fenómenos.
La magnífica colección de pintura medieval del Museo de Barbastro, con obras fechadas entre los siglos XI y XV, nos permite recorrer el territorio de la actual diócesis durante un período a lo largo del cual se irán produciendo importantes cambios: desde un Pirineo muy ruralizado donde se implantará con fuerza el románico hasta el tránsito de la Edad Media al Renacimiento, cuando adquieren gran auge las ciudades del sur del territorio, cuyas nuevas iglesias van a requerir numerosos retablos suministrados por muy destacados talleres de pintores.
Una de las grandes noticias culturales en lo que llevamos de año en Aragón ha sido la llegada a Barbastro de los bienes procedentes de Lérida, que va a convertir lo que ya era un magnífico conjunto de obras de arte en una colección excepcional. Por ese motivo hemos decidido dedicar tres podcast a difundir los fondos del museo. Y hemos elegido acercarnos a ellos a través de su contexto histórico y cultural, que nos permitirá comprender mejor sus más destacados conjuntos de piezas. De manera que, para comenzar, nos remontaremos a la temprana fecha de 1019...