
El año pasado os informamos de un importante hallazgo relacionado con la música tradicional: un conjunto de cintas de cassette que contenían las grabaciones de campo realizadas por el investigador Juan José de Mur entre 1979 y 1985, que utilizaría pa...
De este castillo quedan dos torreones en lo alto del promontorio que domina la población, al lado de la ermita del Santo Sepulcro, a la que se llega siguiendo un camino en zig-zag que alberga un calvario. Los dos torreones están separados por unos 40 metros y sin señales de que estuvieran unidos por un muro. Los torreones son de mampostería y uno de ellos, el de mayor altura y mejor conservado, es de planta rectangular de unos 6 por 4 metros con puerta muy transformada pero conservando la bóveda de cañón en el cuerpo superior, aunque ha perdido el remate. El otro es cuadrado, de unos 4 metros de lado, se encuentra en peor estado y ha perdido una de las caras y el remate. Sabemos por el Inventario Arqueológico publicado por el Gobierno de Aragón que en 1991 existían restos de un tercer torreón en el extremo noroeste, lo que parece lógico debido a las dimensiones del recinto y la situación de las torres que todavía se conservan. Se encontraron restos de cerámica ibérica correspondientes a anteriores asentamientos. También se observan varias trincheras excavadas en la última Guerra Civil.
Los libros, bibliotecas y hábitos lectores constituyen un capítulo apasionante de nuestra historia cultural. ¿Qué leían nuestros antepasados? ¿Cómo eran las bibliotecas de los humanistas, clérigos y nobles en el Renacimiento o el Barroco? Buscando una respuesta a estas preguntas, nos asomaremos a la Huesca del siglo XVI, una pequeña pero pujante ciudad que contaba con una universidad y con una imprenta recién inaugurada, para conocer las bibliotecas y prácticas lectoras tanto de sus élites como de unos ciudadanos que también disfrutaban de lecturas públicas.
Jesús Vázquez ObradorSabiñánigo, Comarca del Alto Gállego, 2002